Cachay revela cómo el humor le cambió la vida

El comediante José Luis Cachay narró pasajes poco conocidos de su vida, como cuando de joven se dedicó a arrebatar bolsas de pollo a la brasa para poder comer. Pero admite que fue su mamá quien lo ordenó y cuando estuvo en el ejército se dio cuenta que tenía talento para la comedia.

De una infancia sufrida, con diez hermanos, solo pudo estudiar hasta quinto de primaria porque su mamá no tenía recursos económicos para darle estudio, pues su papá se desentendió de ellos.

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“Tengo solo quinto se secundaria completo, un año estudiaba el otro no, porque no había dinero. Era número actuando, me gustaba el curso de historia y el deporte”, recordó Cachay, quien desde los cinco años ayudaba a su mamá a vender en el mercado de La Victoria en su natal Chiclayo.

Las malas juntas hicieron que fuera por el camino fácil, hasta que le tocó servir en las fuerzas armadas, donde su vida dio un giro de 180 grados.

“Entraba al cine sin pagar, me escondía en el sótano y veía películas. Cuando salíamos (con sus amigos), salíamos con hambre y comencé arrebatar bolsas con pollo a la brasa, aprendí cosas malas, no tenía orientación de nada, aprendí a delinquir. Cuando estaba en malas juntas mi madre me dio un beso y mi pasaje, me dijo que me vaya porque la policía me estaba buscando”, contó.

En combate contra Ecuador. Años después entró al ejército, donde combatió en conflicto del Falso Paquisha contra Ecuador, en 1981. Este pasaje de su vida le hizo cambiar su visión y descubrió ahí su talento para la comedia.

“A la seis de la mañana Ecuador le declara la guerra a Perú, todos estaban en su puesto, cada uno estaba con su fierro, estuvimos tres meses en el campo de batalla. Comíamos ardillas, iguanas, lo que había comíamos, era riquísimo para nosotros”, contó de sus días en el conflicto contra el país norteño a inicios de los ochenta.

“En el ejército actuábamos en la obra “El tirador selecto”, yo me equivocaba mucho, era un mate de risa. Escribía mis propios guiones, lo convertía en humor, ahí descubrí que eso era lo mío. En mis días de franco me vestía de civil y comencé hacer chistes en la Plaza de Armas de Tumbes, ahí comencé a ganar mi plata. El humor me cambió la vida, el humor me abrió muchas puertas”, refirió.

La calle fue su escuela. “La mejor universidad es la calle, en la calle no solo aprendí hacer comedia, aprendí la facilidad de palabra, vendía libros de técnicas de estudio en colegios, antología de la poesía universal, el desarrollo de la inteligencia”, indicó.

Fue así que a mediados de los ochenta llegó a Lima, a trabajar en la Plaza Guadalupe (costado de Palacio de Justicia), donde hizo sus pininos como cómico ambulante, luego pasó al parque Universitario, luego dio salto a la televisión. Lo resto es historia conocida.

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