Lucila Campos: "Su legado seguirá más vivo que nunca"

¡Armará jarana en el cielo! Tras el dolor de todos los peruanos que lloraron su partida, la querida cantante fue despedida a lo grande por sus familiares y amigos que la acompañaron durante toda su carrera artística.

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Comenzó a las 9:30 de la mañana en el velatorio de la Biblioteca Nacional del Perú, donde en horas de la mañana se le rindió un corto, pero emotivo homenaje por parte de los músicos de la recordada Reina de la música afroperuana.

Posteriormente, sus restos fueron llevados a la peña Del Carajo en Barranco. Aquí lo particular fue que sus amigos hicieron bailar el cajón con los restos de la gran Lucila.

El marco musical del local tocó temas como El Guaranguito, No te he dado motivo, El mayoral y Toro mata, que sonaron en las voces de José de la Cruz, conocido como Guajaja, Javier Lobatón, Julio Andrade, Los Ardiles, entre otros.

“Lucila es una grande del criollismo y su legado seguirá más vivo que nunca en todos los peruanos que la admiramos. Lo importante es que los nuevos valores que vienen de atrás sigan su gran ejemplo en lo personal y laboral”, expresó Damián Ode, dueño del local y gran amigo de la artista.

SU ÚLTIMA MORADA

Al mediodía, Campos fue llevada hasta su casa en Lince, donde sus vecinos organizaron una gran fiesta al estilo de los populares eventos que ella misma realizaba en el barrio con fines benéficos, motivo por el que la bautizaron como La reina de las polladas. 

Igualmente, el ataúd fue llevado por algunos minutos a la parroquia que se encuentra a pocos metros de su domicilio y donde solía ir con sus hijos. Aquí nuevamente el féretro de la criolla se movió al compás de la música que se tocó en plena calle por parte de las personas que la cargaban.

Media hora después, el cuerpo de la artista fue trasladado a un cementerio de Huachipa para su cremación. Causó extrañeza no ver a sus compañeras que decían quererla como hermana en la despedida. Muchos preguntaban por Lucía de la Cruz, Eva Ayllón, Cecilia Bracamonte, Bartola, pero de ellas ni su sombra.