En Valencia, la CLX Night Run demostró que el running puede mover multitudes
Valencia se iluminó con la cuarta edición de la CLX Night Run, que reunió a 2.500 corredores y más de 8.000 asistentes en un evento bien organizado y dinámico en Wynwood Park.
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Valencia vivió una noche que dejó claro que el deporte, cuando se organiza con visión y estructura, es capaz de convocar a miles sin necesidad de artificios. La cuarta edición de la CLX Night Run irrumpió en la ciudad con una mezcla precisa de dinamismo y orden, reuniendo a 2.500 corredores que habían asegurado su inscripción semanas antes. La cifra se amplió con los asistentes que acompañaron la jornada, superando las ocho mil personas repartidas entre Wynwood Park y los puntos del recorrido.
Desde la mañana, la ciudad ya percibía movimiento. La entrega de kits marcó el inicio de una experiencia que no se limitaba al acto de correr. La Expo de la CLX Night Run se convirtió en un espacio donde convivieron marcas aliadas, actividades recreativas y visitantes que recorrían los stands con paciencia. Los documentos oficiales identifican la presencia de empresas tecnológicas, deportivas y gastronómicas, así como estaciones interactivas que funcionaron como puntos de atracción. Wynwood Park, acostumbrado a eventos de otra naturaleza, se transformó en un nodo urbano cómodo y funcional.

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En la tarde, el enfoque cambió de la expo a la logística deportiva. La ruta de siete kilómetros, iluminada y claramente señalizada, fue supervisada por cuerpos de seguridad regionales que coordinaron cierres parciales de vías y acompañaron a los corredores durante el trayecto. En los puntos intermedios, la hidratación y la animación fueron claves para mantener el ritmo. Documentos oficiales detallan la participación de autoridades de Carabobo y equipos especializados en control de tráfico, un dato que suele pasar desapercibido para el público, pero que define la diferencia entre una carrera bien organizada y una improvisación.
La salida, a las siete en punto, fue un momento que mezcló tensión y entusiasmo. No todos los participantes eran corredores habituales; muchos debutaban en una competencia nocturna. Ese contraste se reflejó en el ritmo heterogéneo del pelotón. Al frente, los atletas élite imponían velocidad con una técnica firme. En los documentos se registra que Whinton Palma fue el primero en cruzar la meta con un tiempo de 22 minutos con 6 segundos. Detrás llegaron José Daniel Gonzales y Diego Caldeira, ambos con diferencias de segundos, mientras que en la rama femenina Edymar Brea destacó con un tiempo de 25 minutos con 10 segundos. La precisión de los resultados confirma el nivel competitivo y el seguimiento técnico del evento.
Pero, más allá de los ganadores, lo que llamó la atención fue la variedad de historias detrás de quienes completaron el circuito. Personas que corrían junto a sus hijos, grupos de amigos con camisetas personalizadas y corredores independientes que celebraban obtener el ritmo esperado o simplemente haber llegado a la meta. A lo largo del recorrido, se escuchaban aplausos espontáneos, palabras de ánimo y comentarios sobre el clima, que acompañó con una temperatura agradable. La carrera no fue únicamente una prueba física; también fue un punto de encuentro entre ciudadanos que rara vez coinciden en un mismo espacio.
La premiación, realizada en un escenario iluminado, concentró la atención durante unos minutos sin caer en excesos ceremoniales. Representantes de MultiMax estuvieron a cargo de reconocer a los ganadores con medallas, obsequios y detalles que, según los documentos oficiales, incluyeron pasajes aéreos y bonos de compra para productos tecnológicos. El enfoque fue preciso, sin rodeos. Se premiaron los méritos, se anunció el resultado y se dio paso al siguiente capítulo de la noche.
Mientras el público se desplazaba hacia el área del concierto, la energía del evento se mantuvo. Caramelos de Cianuro subió al escenario con un repertorio que conectó con asistentes de distintas edades. Documentos oficiales mencionan que interpretaron temas emblemáticos y piezas recientes de su álbum más actual. El sonido limpio y la respuesta del público completaron una noche que mezcló deporte y cultura de manera equilibrada. Las luces del escenario se reflejaban en los rostros cansados pero satisfechos de los corredores, muchos aún con sus medallas al cuello.
Al concluir la jornada, la impresión general fue que Valencia tiene capacidad para sostener eventos de gran escala con resultados tangibles. La coordinación logística, el comportamiento de los asistentes y la presencia de marcas reconocidas crearon una atmósfera sólida. La CLX Night Run no solo llenó las calles durante unas horas; también dejó una sensación de ciudad activa, organizada y dispuesta a apropiarse de sus espacios públicos.
Ese es quizá el mayor logro. Más allá de los tiempos, las marcas personales o el entretenimiento, la cuarta edición consolidó la idea de que el running venezolano puede crecer cuando encuentra respaldo, estructura y público. Valencia respondió, y eso ya es un mensaje claro.
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