Édgar Ospina no olvida cuando viajó con el Wanka a Cerro de Pasco

Édgar Ospina no encontraba hotel y tuvo que alojarse entre enfermos y médicos. Pronto lanzará un libro con anécdotas de su carrera, sobre todo en Perú.

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“Dos días dormí en un hospital”, indicó Édgar Ospina.
“Dos días dormí en un hospital”, indicó Édgar Ospina.

Carlos Lara Porras

En la tranquilidad de su hogar, en Pereyra, Colombia, Édgar Ospina prepara los últimos retoques de su libro en el que contará detalles de sus vivencias, muchas de ellas en el Perú, donde hizo gran parte de su carrera.

En efecto, el Peinadito ha sido protagonista de curiosas anécdotas que no parecen tener fecha de caducidad y siempre se recuerdan con sonrisas.

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-¿Qué hace ahora con tanto tiempo?
-Estoy en una capacitación online con entrenadores de Sudamérica y España, en la que también está Nolberto Solano. Hay charlas en la mañana y tarde. Es importante aprovechar este tiempo para la actualización y capacitación.

-¿Para cuándo su libro?
-Está casi listo. Será de mis vivencias en el fútbol peruano, al que llegué en 1996, hasta la última vez que dirigí en ese país. Tengo un enorme agradecimiento a Perú porque me abrió las puertas. Habrá personajes de toda índole y espero que sea del agrado de la gente.

-¿Cómo fue esa vez que le tocó dormir en un hospital en Cerro de Pasco?
-Fue cuando dirigía al Wanka. Llegué a la ciudad con el profesor Carlos Trejo, mi asistente, y no había hospedajes y nos tocó quedarnos dos días en un hospital. Ahí vivimos las urgencias de la gente con la necesidad de ser curadas. Es un recuerdo que no se me borra.

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-¿De ahí qué pasó?
-Nos fuimos a un hostal donde no había calefacción. En Cerro de Pasco es bravo, falta el oxígeno. La dueña del hostal nos dijo que para el frío tenía dos cholas en el cuarto.

-Se alegró.
-Nada. Pensé que nos estaba buscando pareja y mandé al profesor Trejos a que vea el material y no encontró nada. Le dije que estamos grandes para eso y nos llevó al cuarto y de debajo de las frazadas sacó dos bolsas de agua caliente y nos dijo: “Acá llamamos chola a esto”. Al final, por el frío, terminé durmiendo con el profesor Trejos en la misma cama.

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Asprilla lo recuerda

El Peinadito hizo los primeros años de su carrera como DT en su país y fueron varios los jugadores que luego alcanzaron notoriedad que fueron sus pupilos.

-El Tino Asprilla lo mencionó en su libro.
-A Asprilla lo tuve en Cúcuta, venía del Tulúa y no había debutado en Primera. Su hermano Diego nos lo recomendó. Los titulares estaban lesionados y lo hicimos debutar contra Millonarios. Hizo dos goles y ganamos 2-1. Al sexto partido lo compró Atlético Nacional, luego daría el salto a Europa.

-También trabajó con el Patrón Bermúdez, ¿no?
-A Bermúdez lo tuve en el Deportes Quindio y recuerdo que el central titular se lesionó y debutó el Patrón. Tuvo una destacada actuación. Luego llegaría a la selección y a Boca Juniors.

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-¿Cómo vivió ese tiempo de las guerras de los cárteles en Colombia?
-Era joven y se vivía al filo del peligro. Uno pensaba que peleaban por el pueblo, por sus ideales, luego todo se confundió y hubo mucha violencia.

-¿El narcotráfico benefició al fútbol colombiano?
-En su momento los cárteles se mostraban como inversionistas, ganaderos que manejaban bien su poder económico. Se mejoró en infraestructura, en sueldos y los clubes fueron protagonistas a nivel internacional.

-¿No le generaba dudas?
-Uno no podía señalar que esa plata era mal habida. Se pensaba que eran inversionistas, comerciantes, mecenas que aportaban al fútbol. También hubo gente buena con dinero limpio. Al final el fútbol colombiano se vio beneficiado.

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Cienciano y más

-El 2003 empezó la campaña con Cienciano, que ganó la Sudamericana, pero a los pocos meses se alejó.
-El 2003 formamos ese equipo. Estuve seis meses y tuve el infortunio que mi madre se agravó, regrese a Colombia, la abracé. No pude hablar con ella porque murió. Me reuní con Juvenal Silva, le dije que psicológicamente estaba mal y me dejó ir. Freddy Ternero tomó la posta, continuó y logró la Sudamericana.

-En Ayacucho es idolatrado.
-Vivo eternamente agradecido a todo el Perú, pero Ayacucho es mi segunda casa. Estuvimos seis años y logramos el ascenso en 2008, luego clasificamos a tres copas Sudamericanas. El 2015 salvamos al equipo del descenso y los hinchas me llevaron cargado hasta la plaza de Armas. Hoy me siento contento que Ayacucho siga teniendo fútbol.

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-Muchas gracias por su gentileza.
-Cuídense, que esta pandemia no atente más vidas, el mejor antibiótico es estar en casa con la familia. Ya llegará el momento de abrazarnos de alegría.

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