La magia de Tolkien: mi primer encuentro con "El Señor de los Anillos"

 Acompáñame en un viaje épico por la Tierra Media y explora la magia de esta inolvidable obra literaria de J.R.R. Tolkien.


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La magia de El Señor de los Anillos: un encuentro con Tolkien
La magia de El Señor de los Anillos: un encuentro con TolkienCrédito: Giancarlo Ramírez Flores

Los libros, aquellos que realmente importan, no son simples objetos impresos; son portales hacia mundos inexplorados que tienen el poder de impactar, conmover y transformar al lector.

Estoy convencido de que la vida está llena de momentos que nos sorprenden, cambian nuestra perspectiva y dejan una huella imborrable. Uno de esos episodios fue conocer por primera vez a "El Señor de los Anillos" de J.R.R. Tolkien. A continuación, permítanme compartir esta experiencia que marcó un antes y un después para mí.

El maestro y un universo por conocer

En los primeros años de la universidad, cuando todo estaba en constante cambio y la madurez comenzaba a forjar el carácter, tuve el privilegio de asistir a una clase de teoría de la comunicación. Aquel día, nuestro estimado profesor decidió cerrar la lección con una recomendación de un libro. Si mi memoria no falla, extrajo de su maletín un libro notablemente nuevo, bien cuidado y con un grosor inusual, y dijo lo siguiente: “Leánlo, esto es verdadera literatura. Es un libro de aventuras, de la guerra entre buenos y malos, y jamás la van a olvidar”, dijo con paciencia en aquella ocasión.

El maestro, de figura alta y algo encorvado, se retiró sin más del recinto, mientras el resto de compañeros se arremolinaba en la puerta. Algunos, como yo, nos quedamos un rato sentados mientras tomamos nota del libro: “El Señor de los anillos”. Johan Tolkien.

Camino a la Tierra Media

No fue muy difícil encontrar el libro en la biblioteca de la universidad, aunque lo complicado era organizar los tiempos para poder leerlo. Miré entonces mis bolsillos para saber si lo podíamos comprar, pero realmente el presupuesto era tan ajustado que si lo sacrificábamos nos hubiéramos quedado sin pasajes y sin lonches (leche chocolatada con su respectivo bizcocho).

Entonces no quedó de otra que iniciar mi viaje a la Tierra Media en la bulliciosa e impasible biblioteca de la universidad.

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Las primeras páginas me sumergieron en un mundo desconocido que solo podría existir en la vastedad de la imaginación. Pero no fue fácil. La narración era intensa, a veces cortante, descriptiva, llena de alusiones a un mundo que quedaba claro que no existía. Y ¿qué es lo que llamó la atención? Puedo decir que hasta entonces jamás había leído un arranque de un libro que fuera tan llamativo como ese conjuro inicial, en formato de verso, que sería el leitmotiv de la trilogía de Tolkien: “Tres Anillos para los Reyes Elfos bajo el cielo. Siete para los Señores Enanos en palacios de piedra... Un Anillo para encontrarlos, un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas en la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras”.

El encanto de la edición Minotauro

De aquellos días pasados de la universidad y la primera lectura de "El Señor de los Anillos", recordé el libro de la edición de Minotauro. Esta editorial, que nació en Argentina hace 45 años y luego se unió al poderoso Grupo Planeta, presentaba una edición en pasta blanda con páginas de un color marfil que brindaba una experiencia de lectura única. Las ilustraciones de John Howe, el artista canadiense, añadían un toque de epopeya, justo y necesario, a la obra de Tolkien.

El viaje de ida

Como se pueden imaginar, la primera lectura fue algo pesada, lo que me obligó a una relectura, menos lenta, con pausas interdiarias, pero constante. En este segundo viaje a los confines de Hobbiton, Rivendel y Mordor, podíamos afirmar algo de forma categórica: la pluma de Tolkien era la pluma de un dios.

Aunque en la novela la descripción era detallada y rica, sentimos que la imaginación quedaba corta para retratar alguno de los escenarios tolkinianos. Por ejemplo, ¿cómo era el Pony Pisador o la aldea de Bree? Probablemente, lo más fácil es pensar en alguna escena del lejano oeste para engañar a nuestra mente que así debería ser el citado pueblo y la referida posada de la Tierra Media.

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El mismo ejercicio hice para pensar en los personajes. ¿Cuán bajo en estatura podría ser Frodo? ¿Cómo era Gollum, el antogonista (¿cuasi amigo?) cuyo rol fue fundamental dentro de la saga?

Si ya con estos personajes había complicaciones para retratarlos, representaba también un duro desafío imaginarnos a Gandalf y al entrañable Tom Bombadil, un ser-ente descomplicado, poético y enigmático.

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Vivir la aventura era algo que la trilogía ofrecía al lector. Hacer el recorrido por lo desconocido esperando a cambio descubrir lo novedoso, enfrentar el miedo y la verdad, no solos, sino en compañía, como fue lo que pasó con Frodo y Sam. El libro, en otras palabras, cautiva porque ofrecía al lector, a la vez que era lector, convertirse en protagonista de la historia. Tolkien era un narrador astuto y culto que construía un mundo fascinante y obligaba a sumergirnos en él y a conocer todos sus rincones. Su historia era de verdad la historia de la humanidad misma, de la lucha contra todos los poderes fácticos y ocultos que no anhelaban otra cosa que ver a la tierra arder y convertirla en cenizas. Siendo conscientes de ello, afirmamos que era correcto y preciso estar de lado de Frodo, formar parte de la comunidad y lucha contra la oscuridad representada por Sauron y por todo aquel que se dejaba someter por el poder del anillo.

“El Señor de los Anillos” es mío…

Pasaron dos años y aún seguíamos en la universidad. En ese tiempo transcurrido, algunos compañeros del salón desertaron o salieron embarazados. En ese devenir finalmente pude adquirir la trilogía completa. Tuve que invertir aproximadamente 150 soles para hacerme de los tres tomos. Ahora que tenía la famosa obra en mis manos, lista para explorarla en su totalidad, sin apuros me podía sentir como uno de los personajes de la novela que acababa de completar su misión.

La vida nos brinda oportunidades únicas para descubrir tesoros que enriquecen nuestra alma. Mi primer encuentro con "El Señor de los Anillos" fue uno de esos momentos especiales que atesoro en mi corazón. Desde luego, llegaron otros libros a la vida, como “El Hobbit” o “Las aventuras del capitán Alatriste”, de Arturo Pérez-Reverte, los cuales también reajustaron mi percepción de la vida y del destino, pero la historia de Frodo y sus amigos es la historia inolvidable de todos los tiempos.

SOBRE EL AUTOR:

Periodista. Editor web del @elpopular_pe del Grupo La República Digital, escritor a tiempo incompleto, gamer y melómano sin cura.