Antonio OrjedaFotografías: Ximena Barreto Claudia Gianoli ha amado toda la vida estudiar. Médico, divorciada y con tres hijos, se especializó en Laboratorio y Patología. Fundó Suiza Lab. ¿Cómo se hizo de clientes? Ofreciendo sus servicios de manera gratuita. En casa tenía tres bocas que alimentar, ello estimuló su ingenio al máximo. Desde entonces no ha parado de crecer.—Suiza Lab es consecuencia de la necesidad...—Sí. De chica, mi idea no era ser médico, pero sí me encantaba estudiar. Mis amigas se iban a fiestas, a bailar, yo me quedaba estudiando. Uno, porque era tímida; y dos, porque me encantaba. Por eso, cuando regresé al Perú me fue fácil ingresar a la universidad. Incluso, los dos primeros años también estudié en la UNI y –durante cuatro años– fui jefa de prácticas. Aunque tuve que dejar Ingeniería porque ya no me alcanzaba el tiempo.
—Estamos en el cuarto piso de este moderno laboratorio, su oficina es amplia. ¿Cómo era el local donde nació Suiza Lab?—Estaba en la cuadra 22 de Petit Thouars, en Lince. En un centro médico cuyo timbre paraba malogrado. Yo estaba en el segundo piso, y cada vez que alguien tocaba, tenía que bajar corriendo para abrirle la puerta. Todo el laboratorio era la mitad de este cuarto.
—Empezó con equipos prestados...—Mis compañeros me los prestaron. El microscopio era de mi papá. Ahí veía mis hemogramas, orinas… Así empecé. Al año me ofrecieron trabajo en la Clínica Ricardo Palma, después en la Americana, pero por las tardes seguía con mi negocio propio. Al cuarto año dejé la oficina de la Av. Petit Thouars y, al quinto, renuncié a todo para dedicarme íntegramente a mi negocio.SERVICIO A DOMICILIO
—Les propuso a los médicos hacer las pruebas de laboratorio a sus pacientes en sus respectivos domicilios. ¡Su idea fue boom!—Claro. ¿Qué pasó? Yo había tomado un seguro, y tuve que ir a una clínica donde me hicieron llenar cuestionarios, me tomaron un electrocardiograma y una serie de pruebas que me llevaron ¡casi toda la mañana! ¿Tomar una muestra de sangre? Yo lo sabía hacer. ¿Llenar una ficha? Es fácil. ¿El electro? ¡Me compro mi equipito! ¿Qué hice? Empecé a ofrecer mi servicio a domicilio, y Pacífico Vida se fijó en mí. Sus clientes –gente sana– tenían que ir a las clínicas, hacer colas, y les molestaba.
El primer día me mandaron diez pacientes, al tercer mes ya eran como 30 diarios. Ya no podía sola, y comencé a tomar médicos. Me llamaron de Mapfre, La Positiva… Ahorita trabajamos como para 16 empresas.
—Estaba casada y vivía en EEUU cuando decidió regresar. Aquí tuvo que buscarse la vida...—Me divorcié, y una vez acá, mi vida privada era mi gran dilema. ¿Con quién dejaba a mis tres hijos si tenía que estar todo el día en la calle trabajando? Hablé con mi ex suegra. “Tengo este problema”, le dije. Y me apoyó.
—Días antes lo había perdido todo. Le embargaron lo que tenía debido a una deuda contraída cuando estaba casada...—Porque mi ex esposo me dijo: “Te pago un departamentito para que estés con los hijos”; pero nunca pagó nada. Me embargaron. No tenía nada, y en la desesperación llamé a mi ex suegra.LUCHÉ POR MIS HIJOS
—¿Cómo hacía para trabajar, idear cómo salir adelante, mientras a la vez pasaba por ese trance?—La necesidad te obliga. Tenía que seguir pagando las cuentas, tenía que seguir ¡viviendo! No por mí, sino por mis hijos. Por eso llegué a un acuerdo: “Usted véamelos mientras yo trabajo”; y ella adoraba a sus nietos. Obviamente, yo trataba de salir lo más pronto posible del trabajo para estar con ellos y hacer los deberes.
—Hoy tiene locales en Lima y en las principales ciudades. ¿Cómo lo explica?—No ha sido suerte, sino una cosa paulatina. Con mucho esfuerzo, uno puede llegar a cualquier cosa. Aunque, como siempre digo: “Mi sacrificio fue no estar en casa con mis hijos”; porque de no haber sido por ellos, yo habría puesto mi cama acá. Para que un negocio funcione, uno tiene que estar detrás las 24 horas y rodearse de gente capaz y tomar todos los cursos necesarios para poder enfrentar los retos del negocio.
—¿Estaba preparada para ser empresaria?—No, porque fue tan paulatino. Uno aprende a rodearse de gente que sabe, por eso tomé a un administrador. En paralelo seguía atendiendo pacientes. Me encantaba el contacto con los pacientes. Tanto es así, que cuando llego, las dos primeras horas las paso en recepción.LO GANO LO INVIERTO
—¿Qué ha sido lo más difícil en el proceso de convertirse en empresaria?—¡Los retos económicos! Mi carácter no es de mirar, calcular, esperar, yo soy muy impulsiva; y en ese sentido sí he tenido suerte, porque cuando me metía a comprar un local y no tenía la plata, yo sabía que con ese mismo negocio iba a pagar las deudas con el banco. Además, nunca he tenido lujos; y todo lo que gano, lo vuelvo a invertir. La ventaja es que soy la única dueña, y no tengo que pedirle permiso a nadie para hacer lo que quiera.
—¿Sus tres hijos trabajan con usted?—El mayor. El último está estudiando Medicina, ya está terminando; pero sus vacaciones las pasa acá, todo el día… Usted no sabe, verlo sentado acá (la doctora voltea y mira a su hijo mayor), trabajando a mi lado, es para mí la mayor felicidad que podría tener…
—Entonces, ha valido la pena tanto esfuerzo...—Sí.
“YO TRABAJO TODOS LOS DÍAS, INCLUSO DOMINGOS”
—Al principio trabajaba todo el día. Suiza Lab hoy es un grupo empresarial con sedes en las principales ciudades, ¿cuánto ha cambiado su situación?—Yo trabajo todos los días, incluso domingos (ríe)… A las ocho ya estoy acá, almuerzo una horita y sigo de largo hasta las nueve, diez de la noche; los sábados y domingos, también.
—Vinculo este grado de compromiso con su gusto –cuando chica– por pasarse el fin de semana estudiando en lugar de ir a fiestas como sus amigas...—¡Me encantaba!
—Y está claro que también disfruta estando acá...—¡Me encanta!
—Qué le responde a quienes le podrían decir: “¡Ya, pues, doctora, relájese un poquito!”.—Tengo una casita en la Panamericana Norte donde tengo perros. ¡Me encantan los perros! A veces voy. Aunque yo la paso bien quedándome acá.
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