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Josefa Lora, consultora de educación física: “Sé que estoy en el camino correcto”

Como maestra de Educación Física sentía que su profesión no iba por el camino correcto. “El cuerpo estaba considerado en un plano inferior, cuando es el que da cabida al espíritu”. Fruto de una serie de becas, partió a Europa en busca de una alternativa que encontró, puso en práctica e impulsó con pasión. El 2013 el Ministerio de Educación le otorgó las Palmas Magisteriales en el Grado de Amauta.

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Antonio Orjeda

Fotos: Ximena Barreto

Como maestra de Educación Física sentía que su profesión no iba por el camino correcto. “El cuerpo estaba considerado en un plano inferior, cuando es el que da cabida al espíritu”. Fruto de una serie de becas, partió a Europa en busca de una alternativa que encontró, puso en práctica e impulsó con pasión. El 2013 el Ministerio de Educación le otorgó las Palmas Magisteriales en el Grado de Amauta.  

–Tiene 93 años. ¿Qué hace trabajando?

–(Ríe)… Bueno, es que nunca he trabajado. Cuando lo que se hace se convierte en parte de tu vida, ya no es trabajo. Es bienestar. 

–Está por publicar su noveno libro. ¿De dónde tanta vitalidad?

–He hecho mucha actividad corporal. No la llamo actividad física, sino corporal, porque en mi cuerpo están todas las capacidades y dimensiones del ser humano. Lo emocional se genera en mi cuerpo, en mis músculos, en mis tensiones, en mis reacciones musculares.

–Cuando se inició como profesora de Educación Física, la visión que se tenía de esta materia era otra.

–¡Totalmente! 

–Esa fue la razón por la que decidió irse del país en 1948.

–Sí, en busca de nuevas alternativas, de un cambio a través de la gimnasia, porque el deporte es una actividad que se realiza para alcanzar objetivos externos –la competencia–, mientras que la gimnasia es para uno mismo: para potenciar nuestro cuerpo, nuestras emociones, para expresarnos. ¡Esa es la gimnasia! Y me fui a Europa en busca de eso. Recorrí las mejores escuelas, y lo hice porque conseguí –yo sola– becas en todas esas escuelas. Nadie me ayudó. Nadie.

–Regresó con mucha información. ¿La pudo volcar en el país?

–No. Las autoridades no me dieron la oportunidad. Pero dicté cursos por mi cuenta. 

–¿Quiénes eran sus alumnos?

–Yo era catedrática de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y tal fue el impacto “negativo” que causé, que dijeron que yo estaba revolucionándolo todo, que esa era la cosa más bárbara que se podía hacer… Hasta dónde se puede llegar con la ignorancia, ¿no? 

DEJAR ACTUAR AL NIÑO 

–Usted desarrolló la Tarea del Movimiento, que partía de la experiencia del niño por ejercitarse con libertad.

–¡Primero es la acción! Dejar actuar al niño con libertad, pero con un objetivo. “Vamos a saltar una cuerda”, por ejemplo. Todos saltan, y después de esa experiencia libre, se le pide a uno de ellos que muestre a sus compañeros cómo lo hizo –si saltó en un pie, en dos pies, intercambiando…–, para que se convierta en el modelo de los demás y todos lo hagan como él. Después lo irán a hacer diferente. Así empiezan a hacer las cosas de maneras diversas porque no son una masa uniforme sino un grupo humano que se mueve con libertad. Ahí no hay dosificaciones –“¡diez planchas!”–, ellos fijan las repeticiones según sus capacidades y la maestra no ordena, sino observa; y de ahí conversa con ellos: inicia la descripción de lo que acaban de hacer. Así inician el proceso de la toma de conciencia de lo que se ha hecho. 

–Y proceden a dibujar.

–Eso es al final, después de haber vivido toda esa experiencia, toda esa dinámica en la que uno de ellos se convierte en el maestro y todos lo siguen. Así el niño siente la satisfacción, la alegría de haberle enseñado a todos sus compañeros, de haber compartido con todos ellos.

–De haber sido el líder por unos minutos.

–Claro. 

–Y eso, ¿en qué beneficia?

–Beneficia porque es un trabajo integral. No es solo hacer, sino pensar, sentir, sentirse. Gracias a estas dinámicas el ser entero está activo; y de ahí viene el dibujo, al final. El niño dibuja la experiencia que vivió de acuerdo a lo que él es capaz de representar, no siguiendo lo que la maestra le indica. La profesora no tiene nada que enseñar, el niño tiene una riqueza de movimiento que supera todo lo que uno puede imaginar.

NO ME CANSO DE LEER 

–Con tanto conocimiento, habiendo comprobado que su método funciona, pero sin haber sido escuchada por las instituciones, ¿por qué continúa? 

–Porque sé que estoy en el camino, porque no me canso de leer y de confrontar mis planteamientos. Además, los nuevos descubrimientos científicos y filosóficos me dan la razón, y eso me da una fuerza enorme. 

–Si por décadas no fue escuchada, ¿cómo entender que le hayan otorgado las Palmas Magisteriales en el grado máximo: Amauta?

–Sí, pues (ríe)… No sé, quizás en el fondo estén percibiendo que el camino que están siguiendo no es el que se ajusta a las nuevas corrientes del pensamiento… Leyendo a Edgar Morin (filósofo, difusor del pensamiento complejo), a Antonio Damasio (especialista en la neurología del comportamiento), a Daniel Goleman (psicólogo que introdujo el concepto de Inteligencia Emocional), a Howard Gardner (quien analiza las capacidades cognitivas), a todos esos grandes, cada vez me quedo más extasiada con sus afirmaciones respecto a que el hombre ¡es una unidad!  

–¿Cuál es su propuesta?

–Mi propuesta es, precisamente, la defensa indivisible del hombre para que su desarrollo sea equilibrado, porque si potencio mi cuerpo, potencio mi espíritu. Los conocimientos no se dan aislados, tal como los ofrece la educación actual: matemáticas por aquí, lenguaje por allá, historia más allá… p 

–Usted habla de disfrutar la vida. Sin embargo, la vida más bien nos impone trazarnos metas e ir tras ellas para ser los mejores y ganar y…

–La felicidad del ser humano es lo que más debería buscar la educación. ¿Qué otra cosa más importante que el ser feliz? ¿Qué cosa mayor puede haber que conocerse? 

NO MENOSPRECIAR EL CUERPO

–En las escuelas no se practica el modelo que desde hace décadas usted postula. ¿Su propuesta jamás fue escuchada?

–No, pues. He viajado por todo el Perú haciendo cursos, sembrando esta semilla que en muchos lugares ha sido replicada, y se han sentido felices con nuestro trabajo porque esto no es un hacer por hacer.

–Estamos en la cola en los rankings educativos.

–Es que al menospreciar el cuerpo, han roto las raíces de la existencia del hombre. Cuando yo me educo corporalmente, permito –con la respiración, por ejemplo– distenderme, recuperar energía, y quedo más atenta, más liviana, para dedicar mi esfuerzo a lo que debo. Pero ¿qué hace la educación (formal)? Quiere llegar a la cima sin haber escalado la montaña.

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