Lo ideal es que con cada cambio de estación se deje en los armarios la ropa de la temporada pasada y esto implica acondicionar y guardar, en este caso, la ropa de verano.
Aquí tienes algunas pautas sencillas para almacenar las prendas que no se usan. Eso sí, deja a la mano algún abrigo y un calzado cerrado, con este frío nunca se sabe.
La regla de oro es lavar todo antes de guardar. Por muy limpia que parezca, se debe lavar o limpiar todo lo que vayas a guardar. Los aceites corporales atraen a las polillas y provocan un olor persistente.
Una buena selección nunca viene mal. Separa los vestidos, shorts, polos, pantalones y zapatos. Luego descarta lo que no usas y dónalo.
Al momento de guardar, hazlo por categorías. Ahorrarás espacio y tiempo si clasificas la ropa en contenedores apropiados. Los más cómodos son las cajas de plástico. Y si tienen ruedas se pueden guardar debajo de la cama.
Otra opción son las bolsas herméticas, las cajas de cartón son baratas y se recomiendan porque absorben la humedad. Otra posibilidad es guardar la ropa en maletas.
Los zapatos y sandalias deberán ser guardados con técnicas similares: debemos asearlos, limpiando bien las suelas y los tacos, repasándolas con un cepillo de cerdas suaves humedecido (según el material de confección del zapato) o bien con un algodón apenas húmedo.
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