La capital de esta cultura se ubicó en el departamento de Ayacucho, en la ciudad de Wari.
Sus orígenes se remontan a los años 600 d.C.–1.200 d.C.
Wari alcanzó un gran despegue gracias a la agricultura, ganadería, comercio y artesanía; también a la arquitectura, cerámica y orfebrería.
Cumplió un rol destacado la actividad comercial, ya que los waris tuvieron varias ciudades ejes que centralizaban la actividad comercial.
En la agricultura cultivaron quinua, papa, maíz, yuca, etc.; la llama y la alpaca fueron animales domesticados y tenían grandes manadas de ganado pastoril.
La arcilla, el barro, la piedra y los metales eran, asimismo, objetos de trabajo de los waris.
Los arqueólogos sostienen que con Wari se inicia una verdadera planificación urbana.
Edificaron grandes ciudades, empleando barro en la costa y piedra en la sierra como Piquillacta, Wuaricochapampa, Huarivilca y Cajamarquilla.
La alfarería fue polícroma y existieron varios estilos o formas; aunque destaca la de tazones, vasijas y cántaros.
Tuvo una gran influencia de las cerámicas Nasca, Tiahuanaco y Mochica; representaron a sus dioses, rostros humanos, cabezas de animales y escenas de caza y agricultura.
Los tipos de cerámica más conocidos son Conchapata y Robles Moqo.
TEXTILERÍA. Utilizaron un método para la contabilidad y el control, son los posibles creadores de los quipus.
En el arte textil alcanzaron niveles de excelencia, con telas finas y de gran colorido.
Utilizaron hilos de lana de alpaca y vicuña.
La bolsa de tela wari se caracterizaba por tener motivos de diseño que incluyen felinos, camélidos, rostros humanos y de animales.
Su organización sirvió de modelo para los Incas, ya que tenían ciudades organizadas como símbolos de poder, además de tener un eficiente sistema de caminos, almacenamiento y redistribución.
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