
La palabra Pachacámac significa “alma de la tierra” y “el que anima el mundo”.
Fue el principal santuario por más de mil años y uno de los sitios arqueológicos más impresionantes de la costa central del Perú, localizado en el valle de Lurín, a 31 km de Lima.
Se le considera asentamiento de culturas incluso previas al incanato, época donde veneraban a Pachacámac, considerada la divinidad más importante.
Los restos arqueológicos eran famosos por su oráculo, por el cual acudían habitantes del todo el Perú en busca de soluciones y respuestas a sus problemas.
Su ocupación se habría iniciado en el periodo formativo tardío, pues en las pampas ubicadas frente a la zona monumental se encuentra un cementerio correspondiente a pobladores que vivían dedicados a la pesca, agricultura y explotación de las lomas. Su cerámica incluye botellas escultóricas en formas de aves y felinos. También destacaron por la confección de artefactos de cobre. Desde el año 600 al 1100 d. C. se concentran evidencias del imperio wari en Pachacámac. A los grandes templos solamente entraban los altos dignatarios, pero los peregrinos podía observar y hacer sus sacrificios en las plazas.
LEGADO PREHISTÓRICO
El complejo arqueológico está estrechamente vinculado a sus diversos ecosistemas y distintos paisajes.
La presencia de cultivos prehispánicos en el santuario es un reconocimiento a la importancia de la agricultura para las culturas andinas desde época ancestral. Es así que las excavaciones en la zona han mostrado que durante festines se consumía mucho frejol, maíz, camote, ají, pescado, mariscos, venado, camélidos y más.
EL DATO
Tras la caída del Tahuantinsuyo, el santuario fue abandonado; no obstante, hasta nuestros días el sitio mantiene su imponente presencia espiritual.
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