La Tierra está expuesta a diversos peligros provenientes del espacio exterior, tal y como sucedió hace 66 millones de años, cuando un gigantesco asteroide acabó con todo a su paso. El evento astronómico significó la aniquilación de tres cuartos de las especies que existían en todo el planeta. Prueba de ello, la existencia de un cráter de 177 km de diámetro en México.
De acuerdo a la investigación de más de una veintena de científicos, el impacto del asteroide generó la extensión de miles de especies, pero también el inicio de otras. Según datos recogidos por Pincelli Hull, paleoceanógrafa de la Universidad de Yale y coautora del estudio, revela que el impacto habría permitido la supervivencia de otros seres vivos.
“Como esas especies parecen haber sido las más afectadas tras la colisión del asteroide, creemos que el azufre y el óxido nitroso liberados por el impacto pueden haber acidificado el océano, y disuelto las conchas de estos organismos”, explicó Hull.
En esa línea, el estudio sugiere que, cuando el asteroide impactó contra la Península de Yucatán, en lo que hoy sería la ciudad mexicana de Chicxulub, generó que los mares absorbieran una gran parte de los gases de efecto invernadero emitidos por una meseta volcánica.
Lo que a su vez provocó atenuar los efectos del calentamiento, que no haberse producido, habría perjudicado a los primeros mamíferos y muchas otras especies que lograron sobrevivir después de la colisión. No obstante, aún queda pendiente saber la cantidad de gases que se emitieron antes y después de la gran extensión.
“El modelo sugiere que luego de la extinción de la mayor parte del plancton calcáreo, la acumulación de compuestos que habría formado sus caparazones, permitió que los océanos absorbieran más CO2 volcánico, y que se redujera el efecto de calentamiento global”, precisó Donald Penman, geoquímico de Yale y cocreador de los nuevos modelos.
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