El caso de Joaquín Ciria, un hombre que estuvo más de 30 años en la cárcel por un crimen que no cometió en Estados Unidos, es una de los miles de historias que se reportan diariamente en el mundo sobre personas acusadas injustamente por un crimen.
Resulta que la vida del hombre hispano, de ahora 61 años, cambió de la noche a la mañana cuando fue arrestado en San Francisco tras ser declarado culpable por un asesinato a tiros en el año de 1990.
Las pruebas contra Joaquín Ciria fueron un testigo falso y mala conducta policial, según precisó la fiscal del distrito, Chesa Boudin. “No hubo ADN, ni huellas dactilares, ni se recuperó nunca el arma homicida”, precisó Lara Bazelon, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de San Francisco, quien investigó el caso.
“Si un jurado hubiera escuchado este caso hoy, no habría habido una condena”, añadió. Pese a que el acusado tenía dos testigos que avalaban su inocencia, nunca fueron llamados porque hablaban español.
Ante ello, Ciria fue sentenciado a cadena perpetua por asesinato en primer grado, debido a la muerte de Félix Bastarrica, quien falleció tras recibir un disparo después de una discusión en San Francisco.
El hombre pasó 32 años en prisión por un crimen que no cometió, pero el último lunes se le exoneró del crimen. No obstante, el momento de su liberación no se conoció de inmediato, según indicaron los medios locales.
“Señor, Ciria lleva más de 30 años en prisión por un delito que no cometió. Hoy celebramos la justicia atrasada, pero no podemos dejar de trabajar para deshacer otras condenas injustas”, señalaron las autoridades encargadas del caso en Estados Unidos.
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