Las autoridades de Japón retomaron la ejecución de condenados a muerte, sus primeras ejecuciones en dos años. El gobierno sostuvo que era necesario continuar con la pena capital tras los continuos “crímenes atroces” en el país.
Pese a las críticas internacionales, Japón es uno de los pocos países desarrollados que mantiene la pena de muerte, sanción que ha sido duramente criticada, sobre todo por grupos de derechos humanos.
Japón cuenta con 107 prisioneros condenados que se encuentran a la espera en el corredor de la muerte, de los cuales 59 han pedido la revisión de sus sentencias a fin de evitar ser ejecutados por sus delitos.
Uno de los primeros ejecutados fue Asutaka Fujishiro, de 65 años, quien utilizó un martillo y un cuchillo para matar a su tía de 80 años, dos primos y otros cuatro en 2004, dijo a la AFP una portavoz del Ministerio de Justicia.
Los otros dos ejecutados a la horca fueron Tomoaki Takanezawa, de 54 años, quien mató a dos empleados en un salón de juegos de arcade en 2003, y su cómplice Mitsunori Onogawa, de 44.
“Dado que siguen ocurriendo crímenes atroces uno tras otro, es necesario ejecutar a aquellos cuya culpabilidad es extremadamente grave, por lo que no es apropiado abolir la pena capital”, dijo el subsecretario de gabinete, Seiji Kihara.
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