Hace unos años, las dudas sobre una infidelidad se respaldaban en la mancha de labial en la camisa, un chupetón en el cuello o un dato-chisme certero; sin embargo, ahora las cosas son diferentes. Las relaciones románticas modernas tienen un reto constante en la tecnología pues cada día se generan más conflictos en las parejas por culpa de una inoportuna notificación de wasap, de Facebook, un like en Instagram o un match en Tinder que despierta la desconfianza.
En la era de los teléfonos inteligentes, los mensajes directos y las contraseñas, la monogamia sufre cada día un nuevo ataque tecnológico conocido como el “micro-cheating” o microengaños. Esta práctica aparentemente inofensiva sugiere que un like, un emoji de corazón o un inbox podrían ser una pequeña infidelidad. Entonces, surge el cuestionamiento sobre si se puede ser infiel pero solo un poquito.
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Todos conocemos a alguna pareja que ha peleado por el simple hecho de haberle puesto like a la foto de otra mujer, por encontrar un mensaje de un ex en la bandeja de entrada de tu actual pareja o por descubrir que aún no elimina su perfil de una aplicación de citas.
Las variables que convierten un inocente Me gusta en un microengaño tienen que ver con la hora en que lo haces, con las veces y con la verdadera intención de que exista la posibilidad -aunque sea remota o imposible- de que suceda algo entre quien colgó un post y quien puso like. Y si estás en una relación ¿para qué mantienes activo tu perfil en una aplicación de citas o generas una relación virtual y platónica con un perfecto desconocido? Es absolutamente deshonesto e inaceptable.
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Estas cuestiones de la tecnología y el amor generan conflictos, dudas y una ambigüedad constante en la monogamia; en estos tiempos, la prueba más contundente de amor y compromiso es desbloquear el teléfono y ponerlo a disposición de la pareja.
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