Gran sorpresa y admiración causó entre su legión de admiradores una imagen de la combatiente cargando en su cabeza un enorme saco de ropa.
La rubia se dirigía con el bulto hacia una de sus tiendas en el citado emporio comercial victoriano.
Alejandra Baigorria pasaba inadvertida, pues estaba con una capucha y unos lentes oscuros. Además, el paquete le cubría parte del rostro.
Algunos que la reconocían la saludaban y felicitaban. Alejandra correspondía con una sonrisa. “Soy chamba, todo lo que tengo es por mi trabajo”, comentó.
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