Entrometerse en la vida de los demás debería estar prohibido. Habría que decírselo a Justin Bieber, quien esta noche acompañará en el ring a Floyd Mayweather en la megapelea que sostendrá esta noche contra Manny Pacquiao. ¿Por qué son tan cercanos?
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El ex de Selena Gomez es uno de los invitados especiales a la denominada batalla del siglo por una aparente razón simple: Bieber se considera amigo de Floyd y espera desearle lo mejor en esta gala.
EL HISTRIONISMO DE BIEBER
Justin está dedicado a tener protagonismo en todo lo que no tenga que ver con su carrera musical, porque prácticamente ya no tiene nada nuevo que ofrecer.
Los nuevos intereses del ídolo pop, que envejece y se vuelve más inmaduro con el paso de tiempo, están orientados al box, gracias a Mayweather, quien incluso le ha ayudado entrenarse para dar buenos golpes, sin lograr éxito alguno.
A Bieber le persigue mala vibra, y esto es malo, muy malo.
Una muestra de que el cantante canadiense no es un gran aliado en la vida es el destino de sus relaciones amorosas. Preso del ego y la arrogancia, Bieber se halla solo de alma y corazón, y apenas puede contar con su madre Pattie, quien ya dio por sentado que jamás podrá enderazar a su hijo descarriado.
Mayweather sabe todo esto de él y parece no importarle mucho. La única verdad es que al boxeador le es útil Bieber no por su capacidad de amarse a sí mismo ni por sus cualidades vocales. El pugilista tiene gran interés en el cantante juvenil por las Beliebers, las cuales le aseguran una gran popularidad en momentos decisivos para sus encuentros deportivos. La seudoalianza funciona bien para el que es más vivo.
Bieber puede que no lo sepa, pero Mayweather no es su gran amigo. El canadiense, se presume, está pensando en probar en el deporte de los puños cuando deje de agarrar bien fuerte el micro. ¿Estará “Money” a su lado o buscará a un ex One Direction para que se convierta en su nuevo amiguis?
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