En junio, entre las fechas festivas más importantes está el Día de San Pedro y San Pablo. Hoy es 29 de junio y se celebra el día de ambos Santos de la iglesia Católica. Según datos historiográficos y exegéticos, ambos pasaron sus últimos días en Roma y para la Iglesia se conmemora su fallecimiento debido a la persecución contra los cristianos.
¿Pero por qué se celebra a ambos en una misma fecha? En la siguiente te explicamos estos y otros puntos fundamentales que debes conocer.
Según las santas escrituras, Pedro era de carácter fuerte y con la responsabilidad del señor, participó en toda la actividad de Jesús. En algún momento prometió a Jesús que él jamás lo iba a negar, escasas horas antes de negarlo hasta tres veces. Su tumba en la Basílica de San Pedro en el Vaticano es meta de millones de peregrinos que llegan de todo el mundo.
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Nació en la actual Turquía, hombre de nacionalidad judía y por solo tenía dos nombres: Saúl, su nombre judío, y Paulus, el romano. En esa época los cristianos eran vistos como una amenaza para los hebreos, pero él lo defendía a todo costa esta forma de fe.
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Pero tuvo un suceso el cual le marcó la vida, su pensamiento para el resto de sus días, en su camino a Damasco, vivió la presencia del Señor, una especie de rayo luminoso cayó sobre la tierra y escuchó una voz que le dijo… Saulo, Saulo, ¿por qué me perseguís? Fue en ese entonces que abrió más su fe y al fin comprendió que Jesús era el único hijo de Dios verdadero y que su persecución era directamente sobre Jesús.
También es conocido como un apóstol de los gentiles, ya que al tener ese encuentro con el hijo del mesías, pasó el resto de su vida predicando la palabra del señor.
Son dos grande apósteles que tuvo la iglesia al defender los ideales del cristianismo. Se conmemora su aniversario en el mismo día por los siguientes:
Pedro y Pablo fueron detenidos y sufrieron diferentes martirios en la prisión Mamertina —más conocido como Tullianum—, la cual se encontraba al interior del Comicio de la antigua Roma, entre los años 64 y 67 d. C.
El primero en fallecer fue Pedro, quien fue crucificado de cabeza, pues no se consideraba digno de morir igual que Cristo, y sus restos fueron enterrados en la colina del Vaticano en el 64 d. C. La muerte de Pablo ocurrió en el 67 d. C y los restos de este apóstol se encuentran en la Basílica de San Pablo de Extramuros. Ambas muertes son conmemoradas por la Iglesia católica los 29 de junio de cada año.
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