El orgullo de ser peruano y ser feliz. Nació en Córdoba, Argentina, pero el Perú nació en su corazón y de ahí no se mueve. Sergio Ibarra, quien es uno de los nuestros al haberse nacionalizado hace 25 años, nos habla del cariño por nuestro país y cómo celebra las Fiestas Patrias.
—¿Qué es el Perú para ti?
—Perú es mi segundo hogar. Nací en Córdoba, Argentina, donde viví hasta los 19 años para venir a esta linda tierra. Hoy tengo 50 años y acá hice mi carrera, formé mi familia y me nacionalicé. Soy un cholo más.
—¿Qué sabías del Perú antes de venir?
—Lo básico, lo que enseñan en el colegio, de los incas, Machu Picchu. Y de lo futbolístico, de Téofilo Cubillas por sus goles en los mundiales, de César Cueto y Franco Navarro, porque dejó huella en Independiente.
—Llegaste en una época difícil, en 1992, cuando había terrorismo, ¿pensaste regresar?
—A la semana que llegué ocurrió el atentado en la calle Tarata, en Miraflores. Estaba en el hotel cerca al óvalo y sentí un remezón, pensé que era un terremoto, luego al salir, vi gente corriendo desesperada. Al día siguiente me iba al aeropuerto para regresarme a Argentina, pero los dirigentes de Ciclista Lima, al que llegué para jugar la Segunda, me convencieron. Me pasaron a un departamento en Jesús María.
—¿Te costó la adaptación?
—En lo futbolístico y social, no. En ese Ciclista Lima estaban J.J. Oré, Clavijo y Rigoberto Montoya.
—¿Qué costumbre de nosotros te sorprendió?
—Acá la cerveza la toman en un vaso que pasa de mano en mano. Recuerdo que en una reunión me alcanzaron una botella y lo tomé de pico como en Córdoba. Otra cosa que me llamó la atención fue las polladas.
—¿Y las comidas?
—Sí, en Perú se come rico, en el norte su seco de cabrito, cebiche de conchas negras, en la sierra la pachamanca, cuy chactado y el chicharrón.
—¿Y el ají?
—Me chocó al principio. Cuando jugaba en Alianza Atlético, Ágapo Gonzales y ‘Pata de Rana’ Zapata me invitaron a comer cebiche y le metieron harto ají, estuve como dos días con los labios hinchados y mal del estómago.
—¿Aprendiste a hablar algo en quechua?
—Algunas palabras, pero nunca es tarde para aprender esa lengua de los incas, que hasta ahora existe. Le diré al cholo Ccahuantico que sea mi profesor, como fue con Claudio Pizarro.
—¿Qué sientes al escuchar Contigo Perú?
—Es el segundo himno del Perú y a veces escucharlo en medio de una reunión se te caen las lágrimas por su letra y ese sentimiento que genera. Esa canción fue compuesta con sangre y mucho patriotismo.
SULLANA Y CUSCO
—¿Qué club por el que jugaste te marcó?
—Gracias a Alianza Atlético de Sullana, que fue mi primer equipo en Primera, conocí a mi esposa. Es una tierra que le tengo mucho cariño. Pero Cienciano me marcó por los títulos como la Recopa Sudamericana, viví cuatro años maravillosos en Cusco y cada vez que voy por allá la gente me demuestra su cariño.
—Entre Perú y Argentina hay lazos históricos de hermandad.
—Claro, hermano. San Martín cruzó los Andes para venir a liberar al Perú y luego Perú se la jugó por Argentina en la guerra de Las Malvinas, cuando nadie nos apoyó. En Argentina hay un respeto y cariño hacia el peruano, porque eso nunca se olvida.
—¿Es verdad que acá las Fiestas Patrias se celebra de manera tan efusiva en comparación con Argentina?
—Sí, acá las Fiestas Patrias las celebran con mucho fervor patriótico y de manera especial. En Argentina, el 9 de julio es Fiesta Patria, es feriado, pero no hay celebraciones como acá.
—¿Eres de ir al desfile militar?
—Una vez, cuando jugaba en Municipal, me fui a la avenida Brasil con mi esposa y mi hija Vanina para ver la parada militar. Ahora lo veo por televisión con mi familia. Me encantaría volver a ir.
—Agradeciéndote por la deferencia, ¿cuál sería el mensaje del Checho por 28 de julio?
—El peruano tiene que acordarse de sus raíces, de lo que le han inculcado sus padres, abuelos y amar esta hermosa tierra y no esperar estar en el extranjero para recién valorarlo. También de dejar de lado sus diferencias, dejar de pelearse para hacer más grande a este país. Felices Fiestas Patrias y que… ¡Viva el Perú!