Acaba de cumplir 50 años y radica dese hace 18 en Estados Unidos, a donde viajó en busca del sueño americano, y todo indica que lo está cumpliendo.
Se trata de Roberto Martínez Troncoso, que en sus mejores años con la pelota militó en Unión Minas, Sport Boys, Unión Huaral, Bolognesi, Cienciano y Estudiantes de Medicina.
Hoy vive en Nueva York, donde es -como se dice- un ‘todo terreno’. Anoten: se dedica a enseñar a niños, es árbitro, organiza torneos y -junto a su madre- prepara cebiche para vender. Por si fuera poco, Martínez Troncoso tiene su propia marca de ropa deportiva y uno de sus objetivos es vestir al club de sus amores, Sport Boys.
—¿Por qué se dio tu retiro a los 32 años?
—Me rompí los ligamentos cruzados en un partido con Boys en Huacho. Pateé un grifo. Igual me renovaron contrato, hice la pretemporada, pero no me sentí bien. Tampoco quería exponer a mi madre, que iba al estadio, a probables insultos.
—¿Qué pasó después?
—El ‘Ropero’ Flores me llevó a Estados Unidos a jugar un torneo con ‘La Moto’ Prado, Miguel Miranda, Sandro Cavero, y quedamos segundos. Mario nos dio un pase abierto y decidimos cuándo regresar al Perú. En ese momento un cubano se me acercó para que refuerce a su equipo. Pasó dos días y me ofreció trabajo de mudanzas. La paga era buena, como si estuviera jugando en la profesional. Tenía 32 años y dije, ya no regreso al Perú.
—¿Seguiste en las mudanzas?
—No, me metí a enseñar a niños, al arbitraje y a realizar torneos durante todo el año.
—Eres un todoterreno...
—Mi día está recargado. Me levanto a las 6.10 de la mañana y llevo a mi hija al colegio. De lunes a miércoles voy a entrenar a unos niños especiales. Regreso a casa y luego a recoger a mi hija. Después voy a entrenar a una niñas del Latin Stars. Es de lunes a jueves.
—¿No descansas?
—No. Entre jueves y domingo estoy dedicado a la organización del torneo Indoor Soccer USA. No descuido nada, veo la programación, que los equipos lleguen a sus horas y la venta de la soda. Pertenezco a la escuela de árbitros y cuando hay tiempo, voy a arbitrar.
—¿Hay algo más que hagas?
—Apoyo a mi mamá en la venta de cebiche, que llevo al trabajo. Son 30 porciones diarias que distribuyo de viernes a domingo, y así mamá gana su dinero.
—Sé que tienes una marca de ropa, ¿no?
—Sí, se llama Rah Sport. Como saben que el algodón peruano es el mejor del mundo, los mando a preparar a Perú en Gamarra y Abancay, luego me lo envían en DHL u otra empresa. Me voy a Connecticut, New Jersey o donde lo pidan. Soy una persona que siempre lucha por cumplir sus sueños, y uno de ellos es que algún momento vestiré a mi Boys querido.
—¿Se puede decir que Boys significó mucho en tu carrera?
—Sí, yo iba a otro equipo, pero no me quedaba una temporada y siempre regresaba a Boys. Eso quizás fue uno de los grandes errores que cometí, pues dejé de ganar dinero en otros clubes.
—En el Boys estabas en el paraíso...
—Con decirte que ahora vivo en el extranjero y no puedo dejar mi Boys y el Callao. Voy tres veces al año al Perú.
—¿Te trajo problemas en tu época de jugador tener el mismo nombre que el jugador de la ‘U’ Roberto Martínez?
—No, porque él era famoso, además yo no era farandulero y nunca me ampayaron. Yo era el Roberto Martínez negro y el otro, blanco. Una vez anunciaron que Roberto Martínez llegaría para una promoción y la gente se decepcionó porque aparecí yo y no el de la ‘U’. Para diferenciarnos, decían mi apellido materno Troncoso o Robertal.
—¿Tuviste la oportunidad de conocerlo?
—Llegamos a jugar en Boys y en esa época estaba casado con la señora Valcárcel, y nos llevó a su casa. Siempre nos apoyaba.
—¿Kukín Flores fue uno de tus grandes amigos?
—Tenía pocos amigos, y sí fui su amigo. Él era bronquero, pero una persona con buen corazón y ayudaba mucho a la gente, pero no era figuretti. Recuerdo que un día fuimos al mercado y le compró de todo a una señora.
—¿Te chocó su muerte?
—Cuando me dieron la noticia no creía y ese día no fui a trabajar. Quise viajar a Lima, pero no me dieron permiso. Tengo un dolor en el pecho porque no debió irse de esa manera.COMENZÓ ARRIBA...
—¿De qué barrio eres?
—Yo soy del Callao. Tengo los mejores recuerdos de mi infancia, de mi familia y de cuando jugaba a la pelota con los amigos. Todo eso se extraña, ahora todo es tecnología y todo es marca. Se perdieron esas lindas costumbres.
—¿Siemnpre jugaste de defensa?
—No, yo era atacante, puntero o delantero centro. Hice divisiones menores en Alianza Lima con una categoría buena que estaban Waldir Sáenz, Jayo Legario entre otros. También estuve en Sport Boys.
—¿Quién es el técnico que te pone como lateral?
—Boys me prestó al Unión Minas y el técnico colombiano Gualberto Martínez determinó que mi real posición era lateral y no delantero. Si a tus 17 años te van hacer debutar en Primera, le voy hasta de arquero.
Periodista de Universidad Inca Garcilaso de la Vega. Vivo con el deporte y me gusta la música.