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Roberto Valenzuela sobre su vida y el fútbol: “De niño vendía trusas y en China parecía Brad Pitt”

Fue muy pobre y cuando se hizo futbolista, vivió momentos inolvidables. Estuvo en la ‘U’ del tricampeonato y después en países emigmáticos.

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Roberto Valenzuela jugó en Universitario de Deportes, defendió los colores de Deportivo Municipal y Sport Boys. | Composición El Popular | GLR

Roberto Valenzuela Falla (46) es un ex futbolista que, como se dice, la peleó en la cancha y en la vida para forjarse un futuro. Tuvo la fortuna de formar parte, entre otros equipos, de la ‘U’ que fue tricampeón el 2000, pero ni eso pudo borrar, como el mismo reconoce, hechos dolorosos que vienen desde su infancia y otros mientras le daba a la pelota.

Sin embargo, también la supo hacer. En un tiempo, tuvo la ocasión de jugar en Arabia Saudita, en China, Corea y Hong Kong, y de cada una de ellas guarda historias  sorprendentes como divertidas.

—¿Qué recuerdos tienes de tu etapa escolar?

—Que en el recreo siempre paraba con la pelota y me perdonaban todo porque estaba en la selección del colegio. Estudié en el 5014 y en Santa María, en el Callao.

—¿Entonces tendrás grandes recuerdos de tu infancia?

—Fue muy complicado porque mi padre estuvo preso y mi madre se dedicaba a lavar ropa. Nosotros, en Navidad, nos echábamos a dormir a las 6.00 de la tarde, porque no había pavo ni regalos.

—¿Tuviste que trabajar desde muy niño?

—Sí. Ya a mis 9, 11 años, iba con mi padre, que había salido de la cárcel, a vender trusas, caminábamos desde el Callao hasta La Victoria. También subía a los carros a vender liquid paper.

—¿Y entonces el fútbol se te presentó para salir de esa pobreza?

—No fue fácil. Yo estaba en Cantolao, jugaba de arquero, pero iba a los entrenamientos con sandalias y los otros chicos se burlaban de mí. Además, no me llevaban a los viajes que en ese entonces el equipo realizaba a Europa. Pero cuando tenía 14 a 15 años, me encontré con el profesor Luis Bolaños, quien me llevó a la  ‘U’, junto a Cuto Gudalupe, y estuve viviendo en el Lolo Fernández.

SE FUE DE VIAJE

— Pero, luego llegaste a jugar en el Al-Ittihad de Arabia Saudí. ¿Cómo se dio?

—¿Recuerdan a José Moreno, el representante del Cóndor Mendoza? Él me llevó en 1999 a Al-Ittihad. Era un contrato de tres años, previas pruebas de Test de Cooper. Pero fue complicado, a los seis meses se presentaron los problemas con el técnico y para regresar al Perú, tuve que inventar la muerte de mi mamá.

—¿Lo dices complicado por la temperatura?

—Se jugaba de noche, porque en el día la temperatura era superior a los 40 grados.

—¿Y la comida?

—Allá no se come chancho y el cabrito es un manjar. Yo vivía en el club y alternaba comida que hacía mi compañero árabe y los brasileños que cocinaban pollo con frejoles negros. Cuando viajamos a otros lugares, sí era buffet.

—¿Hiciste amistad con los árabes?

—Sí, porque no nos daban visa para movernos a otros lugares, como Jerusalén o Egipto. Fuman bastante y la cerveza era sin alcohol, y en los hoteles que estaban, había bailarinas brasileñas y americanas.

—¿China fue también tu destino?

—Estuve primero que Arabia. Sabía que comían cosas raras y me metía hasta la cocina. Eso sí, toda la comida era de pecera.

—¿Y las chicas?

—Tuve bastante jale con las chinas, parecía un Brad Pitt, y hasta subían a los hoteles y me tocaban la puerta para estar con ellas. Una de ellas me hizo problemas, pero la recepcionista me salvó de ir preso. Pasé una Navidad en China. También estuve en Corea.

—¿Corea fue mejor?

—Habíamos llegado un grupo de 12 jugadores peruanos, entre los que estaban Jair Butrón, Sergio Ibarra, Rivelinho Carassa, Ricardo Bravo, Juan Luna. Sólo me quedé yo y Carassa. Fue espectacular. De ahí pasamos a Hong Kong.

—¿Hong Kong?

—Una ciudad de edificios espectaculares. El Hotel parecía de 20 estrellas. Nos levantábamos a las 4.00 de la mañana para caminar, a las 7.00 era el desayuno buffet y a las 9.00, los entrenamientos.

—¿Tendrás recuerdos de esos países en tu casa?

—Nada, tuve un fracaso con una señora, que se llevó todas mis cosas. Me volví loco, casi me quito la vida y me metí al vicio.

—¿Y cómo encontraste la luz a todos esos problemas?

—Conocí a la que ahora es mi esposa. Yo tenía apenas un pantalón, una camisa y zapatillas. Me puse a vender chocotejas, mucha gente del barrio y ex compañeros del fútbol se burlaban, pero yo no sentía vergüenza de vender.

—¿Qué pasó con tu local de comida y centro deportivo que tenías?

—Gracias a un amigo se dio la concesión de ese local hasta el 2028, pero se necesita inversión y ahora no tengo dinero. Estoy trabajando sí buscando nuevos talentos, que llevo a las reservas de los equipos profesionales o la Copa Perú.AMIGOS SON LOS AMIGOS

—¿Quién es tu mejor amigo del fútbol?

—A pesar de que ahora estamos distanciados, el Cuto Guadalupe. Yo tengo siete hermanos y para mí, Cuto era uno más.

—¿El peor momento?

—El doping, cuando estaba en Municipal, el 2000. ¿Pero sabes? Sólo me sancionaron dos meses, porque me ayudó el presidente de la Federación de entonces, Nicolás Delfino. ¿Se preguntarán por qué? Es que me conocía desde niño, cuando yo le vendía trusas en el Estadio Nacional.

—¿Qué hizo Delfino?

—Me dijo que cuando esté con los miembros de la Comisión de Justicia de la FPF, me ponga a llorar, y así lo hice. Sólo me sancionaron dos meses y luego me fui a jugar nuevamente a China.

SOBRE EL AUTOR:

Periodista de Universidad Inca Garcilaso de la Vega. Vivo con el deporte y me gusta la música.