Víctor Arrunátegui Acosta
Sus inicios con la pelota fueron en el campo, ahí donde sus padres labraban la tierra y él ayudaba. Walter Rojas, ex defensor de Alianza Lima, recuerda su infancia y cómo dejó la agricultura para dedicarse al fútbol.
¿De qué barrio eres?
Yo nací en San Martín de Porres en Lima, pero me crié en Huaral, en el distrito de Aucallama, en Casablanca que es una hacienda.
¿Qué es lo primero que se te viene a la memoria?
Mis amigos del barrio, mis primos, jugábamos fútbol, pero en la losa de tierra y sin zapatos, porque la zona es agrícola. En la zona que no se cultivaba poníamos nuestros arcos y jugábamos. Fue hasta los 13 años.
¿Y de ahí para adelante?
De ahí pasé a jugar a los infantiles del Unión Huaral y terminé el colegio INEI 34 en Chancay.
¿En esa época ya soñabas con ser jugador profesional?
Te soy sincero, no pensaba en eso. Recuerdo un día que mi papá me llevó al Unión Huaral, llegué un martes y trabajé en la parte física a la par de mis compañeros y me costó. Dije que si el fútbol es así no vuelvo a jugarlo más. Dejé el Unión Huaral y volví cuando tenía 15 años.
¿Entonces qué te motivó a jugar fútbol?
Me convocan a una preselección Sub 17, nos daban nuestras propinas semanales. Pensé que, si en el fútbol voy a empezar a ganar dinero en vez de trabajar más de ocho horas en la chacra, prefiero la pelota.
¿Cuál era tu trabajo en la chacra?
A mí me tocó pañar algodón, cargar fresas, sandías y sacos de maíz, también se cultivaba manzana. A veces me tocaba ir a medianoche o a la 1:00 de la mañana a regar los terrenos de cultivo. No me gustaba, pero iba por las ordenanzas del padre.
Debutaste a los 16 años en Primera.
Estaba en 5to de secundaria y me convocaron a la selección, tuve la oportunidad de jugar un partido en la Profesional con Unión Huaral frente al Mannucci.
¿Cómo se dio tu convocatoria?
Rafo Castillo y el finado Alberto Gallardo me vieron en Huaral y me convocaron, era el año 93. La propina que me daban era más de lo que ganaba en la chacra. De ahí vienen los viajes y veo al fútbol como un tema profesional.
¿Y qué vino después?
Pasé a Alianza e hice un año en menores y dos años en la Segunda Profesional de Alianza-Bella Esperanza y ahí me ascienden a Primera. Jugué en Estudiantes de Medicina, Minas, Wanka, Aurich, Sport Ancash y Estudiantes-Grau. Me retiré a los 30 años por una lesión al tendón de Aquiles y tendón plantar. Me costó dos años y medio recuperarme.
¿Eso significó tu retiro?
A los 33 intenté volver en el Sport Huamanga de Ayacucho en la Copa Perú, pero me costó y tuve que rescindir contrato.
¿Qué técnicos te marcaron?
Uno fue Rafo Castillo, porque es el que me lleva con su papá (Cholo Castillo) a Alianza. Me apoyó en la formación, técnico y táctico. Y el otro es Édgar Ospina, me tuvo en Bella Esperanza y vino con el típico achica y agranda, eso hizo que al llegar al primer equipo de Alianza no sufra con Pinto en su esquema defensivo. Y en el ámbito profesional, Jorge Sampaoli, en el Aurich.
¿Cómo te fue con Pinto?
Era un técnico que le gustaba la perfección, era muy estricto en el tema de disciplina. Fue un gran técnico, pero no me marcó. Tuve muchas diferencias. Eso hizo que cuando él volvió a fines de 1999 no tenga continuidad.
¿Los visitaba de noche?
Pinto te llamaba a la noche o te iba a visitar, pero si tú eras metódico no tenías problemas. Cuando llegabas al camerino, te seguía, te observaba para ver si habías trasnochado. Era parte de dirigir el grupo y le funcionó, hizo que Alianza campeone el 97. Pero al año siguiente muchos jugadores tenían cansancio por la exigencia y no nos fue bien, tuvo que salir del equipo.
¿No compartían su posición?
Muchos jugadores respetaban el tema disciplinario de Pinto. Pero a veces jugábamos domingo, terminaba el partido a las 5:30 pm y te citaba el lunes a ver videos, le reclamamos por nuestro día de descanso y nos respondía: “El día tiene 24 horas y te estoy citando al otro día 5:00 de la tarde ya tienes tus 24 horas de descanso”.
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