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Chiquito Rossel y el camino que transitó para lograr el título mundial: “En el colegio ya peleaba y no tenía miedo a nadie”

Desde que estudiaba en el Ricardo Palma sabía que el boxeo era su destino. Hoy es el DT de su hijo y no está muy de acuerdo.

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Chiquito Rossel Tocó el cielo cuando fue campeón mundial minimosca de la AMB y hoy recuerda que nació precisamente con genes de boxeador.

Le dicen 'Chiquito', pero Alberto Rossel siempre que hizo algo, lo realizó en grande. Ha perdido también, como todos, pero ha sabido sacar lecciones inmensas. Tocó el cielo cuando fue campeón mundial minimosca de la AMB y hoy recuerda que nació precisamente con genes de boxeador.

-¿Cómo ingresaste al mundo del boxeo?

-A los 14 años, y a los 15 estuve participando en el campeonato Guantes de Oro. Quedé campeón en ese torneo.

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-Quiere decir desde la etapa escolar ya practicabas boxeo.

-En mi colegio siempre había contacto con otros compañeros que nos conocían, se producían algunos pleitos y se solucionaba con una pelea a puño.

-¿Metías buenos golpes?

-Sí, en esa época ya lanzaba golpes y no tenía miedo con quién me topaba.

-Se te escucha muy emocionado hablar de tu etapa escolar.

-El colegio es la mejor etapa de todo adolescente, porque no solo estaba estudiando, sino que inicié mi participación en el boxeo.

-¿En que año estabas cuando empezaste el boxeo?

Empecé en el boxeo estando en primero de secundaria y cuando estaba en cuarto ya estaba en la selección juvenil de Perú y participando a nivel internacional. Ya en quinto, consolidé mi permanencia en la selección. Todo se dio porque en ese momento no tenía tanta responsabilidad como cuando ya eres adulto.

-¿Los profesores te daban una mano con las notas?

-Había algunas licencias, pero igual tenía que esforzarme para pasar los cursos. Recuerdo que había un profesor de física que era muy vehemente con instrucción premilitar, y al profesor de historia, que era muy conversador.

-¿Regresaste a tu colegio?

-Regresé para una actividad deportiva y me encontré con algunos profesores. Ya después que clasifiqué a las Olimpiadas y fui campeón mundial, muchos profesores se sintieron identificados conmigo.

Tiene corona

-Más de una vez señalaste que el título mundial te llegó un poco tarde. ¿Lo reafirmas?

-Mira, ahora me pongo a analizar y me doy cuenta de que Dios decidió que ese fuera el momento indicado en mi vida. No fue el apogeo de mi juventud, ni a los 18 años, sino a los 36.

-¿ Con qué te quedas?

-Con ese tiempo que duró mi perseverancia, el trabajo en el gimnasio para lograr mi objetivo de ser campeón. Y eso es lo que transmito a la niñez y juventud, a los jóvenes que están a mi cargo, que nunca deben dejar de luchar y tener disciplina.

-La gente del pueblo se ve identificada en ti, ¿no?

-Sí, siempre lo he notado. Se identifican conmigo por mi historia de vida, porque salí de Huaral, llegué a Lima, me inicié en los arenales de Villa El Salvador y luego me hice campeón mundial. Ven todo el esfuerzo que dediqué en toda mi juventud.

-¿Un sueño hecho realidad?

-Mi sueño siempre era ganar un campeonato mundial, pero no decía que si no lo lograba no valía todo esto. Me aferraba a entrenar fuerte, a prepararme, a tener mi oportunidad, pero si no se daba quedaba en el camino esa consigna de que siempre la luché y nunca tiré la toalla.

-Pasan los años y se sigue hablando de ese título. ¿Cómo lo recuerdas?

-El 2012 gané el campeonato mundial, ya han pasado 8 años y te puedo decir lo mismo que pasé esa noche. Lo recuerdo mucho y las emociones de esa noche están ahí, intactas.

-Fue una noche mágica, se diría…

-Cuando me dan por ganador, por unos segundos no escuchaba a nadie, ni bulla ni nada, viví íntimamente lo que significa ganar un título mundial, y muchas cosas que pasé volvieron a mi cabeza. Digo que valió la pena y lo volvería a hacer, por eso cuando me preguntan qué hubiese sido sino era boxeador, la respuesta sería boxeador nuevamente. Fueron 15 años, 18 años, que trabajé en busca del título y es parte de mi vida.

El profesor y su hijo

-¿Qué nos puedes decir del trabajo como entrenador?

-Tengo a cargo a muchos boxeadores, cada uno en sus etapas. Unos en iniciación, otros avanzados y los de élite, que son de la selección que trabaja en ciclo olímpico.

-¿Cómo es la respuesta?

-Algunos chicos se quejan porque no tienen apoyo, que tienen problemas en casa que no les permiten seguir entrenando, que no se concentran bien… Les digo que el boxeo es sacrificado, es una pasión, sé que hay necesidades, pero a base de esas necesidades uno se tiene que volver más fuerte para sacar adelante a su familia.

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-Tu hijo también es boxeador.

-Sí y se llama Sebastián, es integrante de la selección juvenil, ha tenido torneos nacionales y regionales en Lima y provincias, y a nivel internacional ha ganado una medalla de bronce en los Juegos Sudamericanos de la Juventud. Ocupa sus entrenamientos con los estudios de estadística en la universidad.

-¿Debe ser una carga pesada ser hijo de un campeón mundial?

-Él ha luchado y buscó su posición. Para él es una opción ser boxeador, pero para mí es un poco complicado aceptar porque el boxeo es una vida dura y sacrificada.