Ramiro Velazco BustinzaFotos: Marco Cotrina
La hazaña de la Bombonera está de cumpleaños. Hoy se recuerda que el 31 de agosto de 1969 por primera vez nuestra selección desembarcó en el mundial por derecho propio. Ese día nuestra selección que dirigía Didí hizo historia al empatar 2-2 con Argentina y clasificar para México 70.
Todo el equipo puso su cuota, ninguno arrugó, pero fue Cachito Ramírez, desde entonces El Verdugo de la Bombonera, quien escribió su nombre con letras de oro. Él fue el autor de los goles de la Blanquirroja en una de las jornadas más memorables de nuestro fútbol.
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Entonces tenía 22 años, hoy ya llegó a los 72. Son 50 años de recuerdos únicos.
Una vez leí que le habían dicho “lechero”...
Imagínate. Yo ese partido no lo iba a jugar, el titular era Gallardo, pero se lesionó contra Bolivia y Didí me eligió como reemplazo para la Bombonera. Eso no le gustó a mucha gente. Y sucede que en el entretiempo, en el camarín, se me acercó el señor Julio Natters, que era nuestro jefe de equipo y me dijo, “Oye, lechero, ¿a qué hora vas a hacer un gol?”. Aún estábamos 0-0. ¿Qué número tengo en mi camiseta?, le pregunté. “22”, me dijo. Escúcheme, le dije, “22, ¿no? Entonces voy a hacer dos goles en el segundo tiempo”, se lo adelanté, y adiviné todo. Cuando terminó el partido me abrazaba y se reía. Habíamos clasificado al Mundial México 70.
También leí que la prensa no le tenía confianza...
Antes del partido, un periodista dijo que Perú iba a jugar con 10 y una rémora más. Esa rémora hizo dos goles, ¿qué te parece? No le dije nada, pero él en su diario, al día siguiente, sacó en la página central un titular con letras enormes que decía: “Perdón, Cachito”.
Y a todo esto, ¿qué le decía Didí?
Yo jugaba en el Boys y venía de hacer 28 goles en el campeonato del 68. Pero siempre me criticaban y Didí siempre me decía, usted falla, pero cuando meta goles con la selección, Perú lo va a querer mucho. Tiene que estar tranquilo, me decía.
Y se cumplió lo que le dijo. Desde entonces el Perú no se olvida de usted, lo quiere mucho, efectivamente.
Sí, donde voy me saludan y me tratan bien. Me ha ocurrido que hay gente que le dice a sus hijos “él es el señor Cachito Ramírez, el Verdugo de la Bombonera” y me agradecen. Me ha ocurrido también que chicos me dicen, “gooool de Cachito Ramírez” y me tocan la mano, pensarán que soy como un ser de la mitología. “Es verdad, es igual que nosotros”, dicen. Es muy bonito sentir ese cariño.
¿Qué es lo mas curioso que le ha pasado estos años tras el partido en la Bombonera?
Me han pasado tantas cosas bonitas, uf... A ver... Una vez fuimos a Iquitos y la recepción fue multitudinaria. Me acuerdo que una señora, humilde, linda, me regaló una botella de sangre de grado. “Toma, Cachito, cuando lo necesites esto te va a curar de todo, ya vas a ver”, me dijo. Cuando me fui a jugar al México, al Español, en 1975, se le regalé al presidente del club que estaba con úlceras en el estómago, y se curó. Imagínate, me acordé de la señora de Iquitos.
¿Qué te acuerdas del final del partido?
Nos abrazábamos, me cargaban, me decían cosas bonitas, la alegría era grande... Me llegaron dos telegramas, uno era del obispo y otro del alcalde del Callao, donde nací. El Callao es un carnaval, me decían. “Es una alegría grande que estamos viviendo gracias a la selección y a ti también”. Eso fue muy lindo para mí, porque si el Callao estaba en un carnaval, sabía que todo el Perú estaba igual.
¿Cómo era el carnaval cuando regresó la selección a Lima?
El aeropuerto reventaba de gente, que invadió la pista de aterrizaje. A todos los jugadores nos sacaron en carros descapotables. A cada uno en un carro, acompañado de un edecán.
¿A donde los llevaron?
A Palacio de Gobierno. Todo el recorrido desde el aeropuerto hasta la Plaza de Armas estaba lleno de gente, nunca vi nada igual, ni siquiera cuando la selección de vóley regresó de Seúl en el 88 con la medalla de plata. Ahí también había un mundo de gente, pero con nosotros era mucho más. Mi carro se tuvo que desviar en la Plaza Unión porque no nos dejaban pasar, la gente se acercaba, me hablaba, me felicitaba, me decían cosas maravillosas y quería bajarme del carro, me jalaban el saco. No te miento, de tanto jalarme, el nudo de la corbata se había hecho chiquito y me estaba ahorcando, y las mangas de la camisa blanca estaban negras de tanto que me tocaban. En Palacio nos hicieron un homenaje, en la Plaza de Armas no entraba un alfiler. Ahí comprobé realmente el carnaval que vivía el Perú. Tardamos tres horas y media en recorrer del aeropuerto al Palacio.
Las celebraciones después entre ustedes y con sus familias habrá sido de días, me imagino...
Sí, sí, pero yo no tomé ni un trago...
¿No? No le creo, habrá faltado tiempo más bien...
¿Quieres que te diga una cosa?... Yo nunca he tomado un trago en mi vida más que cuando había una ceremonia, un brindis, y esto es. Y nunca he entrado a una cantina, jamás. Yo siempre he sido muy tranquilo. Y mira que yo de niño y hasta jovencito jugaba en el Callao con choros y escaperos. Ellos se iban a los bares, vamos, me decían. Yo los acompañaba hasta la puerta y me despedía.
¿No le reclamaban sus compañeros?
No, había respeto. Tampoco era un mongo, a veces los acompañaba,... Una vez nos metimos a un casino en Panamá y se apostaba con 25 centavos... Quiroga ganó 400 dólares, era lechero el Loco.
Se llevaba muy bien con sus compañeros.
Muy bien. ¿Sabes por qué tuvimos éxito con la selección de México 70? Porque éramos unidos, nadie decía soy de la “U”, yo de Alianza, yo de Cristal; éramos de Perú y nada más. Y Didí era un maestro, nunca te gritaba, te hablaba pausado, despacio, era un maestro.
¿Como fue la preparación del equipo?
Estuvimos concentrados seis meses en el Leoncio Prado, comíamos el rancho de los alumnos y dormíamos en camarotes, nada de los lujos de hoy. Nosotros no ganamos dinero y tampoco había sponsor, televisión, como ahora, eran otros tiempos. Yo el poco dinero que gané en mi carrera lo invertí en mis hijos, en su educación, y son personas de bien. Para mí es suficiente. Cuando me retiré trabajé en la Backus durante 30 años. Yo en México estudié Publicidad y Mercadotecnia y en eso me desempeñé. También tuve mi columna en el diario La República.
Sé que de esa selección usted era uno de los más jóvenes..
Cubillas, Percy Rojas y Cubillas éramos los más chicos. Yo tenía 22 años y ellos uno más. Han pasado los años y ahora resulta que se han bajado la edad y yo les estoy debiendo dos años. Ahora soy mayor que todos...
Mire esta foto, aquí está todo el equipo que fue al Mundial ...
Uf... Qué equipo.. Aquí estoy yo... Cubillas, Chale, Gallardo, Correa, le decíamos Cochero de Drácula; Pedro Gonzales, le decíamos Perro Ñato: Rubiños... Años después le había crecido los cachetes.. Una vez le dije que en Cristal querían contratarlo para que infle las pelotas soplando... Me quería corretear para pegarme, ja, ja, ja...
Las crónicas de la época dicen que en cada gol del Verdugo en el blanco y negro de los televisores parecían tener colores, y esas emociones locas que solo el fútbol sabe ofrecer.
¿Como fueron sus goles?
Antes te cuento una anécdota. En el bus que nos llevaron al partido en la Bombonera, un curita que había hecho misa en la concentración se sentó a mi lado y me dijo: “Así que vos vas a debutar, ¿no? No se preocupe, padre, le dije, hoy me como a Gallo (su marcador argentino) hasta con la cresta. “Che, tenías razón, te lo comiste hasta con la cresta”, me dijo después. Nos reímos mucho. Y habíamos clasificado.
Ahora sí, los goles, ¿cómo fueron?
El primer tiempo había terminado 0-0, y al comenzar nomás el segundo hice una pared con Cubillas en el medio campo, me la devuelve y Gallo la para muy fuerte y yo me la llevo, le sacó ventaja, amago a Cejas y se la pongo abajo con izquierda. Fue cojonudo el gol. Para el segundo, estábamos ya 1-1, Chale cortó el juego argentino en el mediocampo y la pelota sale como pase para donde yo estaba, otra vez gano en velocidad y se la pongo a Cejas a media altura.
Les habrán dicho de todo los argentinos en las tribunas.
Antes y durante el partido, pero cuando acabó, nos aplaudieron.
¿Un último recuerdo más de esa hazaña?
Didí nos mandó a jugar a mí a la derecha, cuando en realidad yo era puntero izquierdo; a Baylón a la izquierda, Cubillas centro delantero y Perico León atrás. Cuando Marzolini me vio, estaba desubicado. él tenía que marcar a un negro (Baylón) y ahora por aquí está otro, un cholito, habrá pensado... Estaba desesperado. Después, Perico se rompió el short, que Didí previamente había cortado, porque sabía que al inicio se nos iban a venir encima, entonces el árbitro paró el partido para que se cambie y así enfriamos el partido. Después pudimos ganar hasta por 3 o 4 goles en el primer tiempo nomás.
Y llegó el final. Hoy mismo la gente no se olvida de esa selección y de usted, especialmente.
No creo que merezca tanto. Todo lo hicimos por el Perú, nada más. Eso queríamos todos en el equipo y lo conseguimos el día de los goles más lindos de mi carrera. Y pensar que me dijeron “lechero” y “rémora”.
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Cachito Ramírez, el Verdugo de la Bombonera. Hoy, a 50 años de la hazaña. Gracias siempre, ídolo.
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