“Algún día vas a ser mi novia”, escribió Lionel Messi cuando aún, como dicen en su país, era un pibe y se había sentido flechado por la Negra, como llaman a Antonella Roccuzzo, quien, efectivamente, años después se convirtió no solo en su “media naranja”, sino en la madre de sus hijos Thiago y Mateo.
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Era el año 2000 y la Pulga ya jugaba en los menores de Barcelona y, así como soñaba convertirse en lo que es ahora, la figura excluyente del cuadro catalán y el mejor futbolista del mundo y –para muchos– de la historia, también soñaba con “empatarse” con su amiga de la infancia de su barrio de La Heras, en la Rosario natal de ambos, en Argentina.
Entre ellos solo hay un año de diferencia: él 28 y ella, 27.
ESTÁN DE AMORES
De hecho, Messi desde entonces sabía que Antonella era la mujer de su vida. Estaba tan deslumbrado que no es difícil imaginar que alguna vez se sintió siquiera tentado de decirle: “eres la mujer de mi vida” y “te amaré hasta que la muerte nos separe”.
Y así es ahora. Cuando él viajó a España a vivir, a los 13 años, en el 2000, los contactos fueron menos pero jamás se dejaron de pensar. Y eso que solo cuando él regresaba a Rosario de vacaciones se encontraban.
Pasaron ocho años y entonces recién se hicieron novios oficialmente, y el 2009 Messi aceptó que había conquistado el corazón de su musa inspiradora, quien, repetimos, le ha dado las dos “joyas” más preciadas de su vida.
GOL DE MEDIA CANCHA
Hasta ahí la historia es más o menos conocida. Sin embargo, Antonella acaba de meter un gol de media cancha en la gala del Balón de Oro en la que ella también ganó un premio imaginario similar con su imponente belleza y simpatía.
Ni qué envidiarle, por ejemplo, a Pilar Rubio, la infartante y deliciosa esposa de Sergio Ramos, de Real Madrid, que con sus ojos felinos verdes y el escote de un vestido exclusivo fucsia dejó boquiabiertos a más de uno. A millones, en verdad.
Sin embargo, Antonella no se dejó ganar, ni siquiera quería el empate.
Su objetivo, dicen los entendidos en belleza y moda, era imponerse por goleada a cualquier competidora por el premio mayor, la admiración y el aplauso de los televidentes e internautas de todo el planeta, considerando que el evento se ha visto hasta en los rincones más recónditos de los cinco continentes.
LA MUJER 10
Y lo hizo. Simplemente deslumbró en esa alfombra roja rodeada de glamour y distinción. Se apareció con un vestido plateado súper elegante que dibujaba sus bien logradas formas con un trazo casi perfecto si no es tal, como dicen las envidiosas.
Era, como se le decía ya hace algunos años a Bo Dereck, la Mujer 10. ¡Qué curioso, el número que su marido usa habitualmente en su camiseta!
El mismímimo Cristiano Ronaldo, probablemente el mayor “objeto de deseo” de las mujeres entre los futbolistas y que ha conquistado a las chicas más bellas, se quedó a-no-na-da-do con la belleza de la Negra.
La foto en la que se le ve dándole la mano, con Messi “saltón” entre los dos y con Neymar en una situación graciosa, prueba que la argentina “rompió el molde”, como quería siempre Rosa Clará, la diseñadora de la prenda única que lució Antonella en ocasión del ágape en Zúrich.
Se cuenta que es hija de una pareja de empresarios, que es la menor de tres hermanas, que practicó gimnasia deportiva desde los 7 y hasta los 13 años.
También que estudió un poco de odontología, también comunicación social (¡colega!) y que, a la tercera fue la vencida, acabó nutrición.
Todo eso, hoy por hoy, no importa mucho, sino que es una ¡Oh diosa! de marca mayor, además de la mujer del mejor del mundo.
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