Armando Arango GuerreroFotos: Ricardo CubaComo deportista había tocado fondo. Sin resultados y arrastrando varias lesiones pensó que su carrera había acabado. Pero se aferró a la fe, a la confianza de su entrenador y al amor de sus padres para salir adelante y lo consiguió.La karateca Alexandra Grande luce orgullosa la medalla de oro que consiguió en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, pero no esconde todo el sufrimiento que pasó para conseguirla.Hoy que tiene la atención de todos espera más apoyo, sobre todo del gobierno, porque su meta es ser campeona del mundo.—Todavía se nota la felicidad en tu rostro...−Sí. Estoy viviendo un momento muy bonito.—¿Cuál es la clave para ser un buen karateca?−Estar bien psicológicamente y tener mucha inteligencia, porque los combates duran solo dos minutos.—¿La combinación de ambas te lleva al éxito?−Sí. Hay situaciones que si no las sabes manejar te hacen perder. Gracias a Dios mi entrenador Roberto Reyna me ha ayudado en ese aspecto.—¿Hubo presión en la previa del combate por la medalla de oro en los Panamericanos?−Sí. Los periodistas, familiares y amigos me decían: “Ale, vamos por el oro”. Incluso algunos me dijeron que si no venía con la medalla de oro, que no regresara. Yo escuchaba, pero trataba de no meter esas cosas en mi cabeza.—¿En qué momento pensaste que te quedarías con la de oro?−Nunca, porque todas las peleas fueron difíciles.DE LA PATADA—¿Y pensaste que se te escapaba la medalla?−Sí, en la final, cuando estaba 2-1 y faltaba 30 segundos. Pero lo tomé con calma y saqué la misma patada que en Guadalajara 2011. La diferencia fue que en Toronto sí me la cobraron.—Muchos asocian tu final con la de karate kid, ¿te molesta?−(Risas) No, pero es distinto. Debe ser por la situación. Ahora me dicen “Patada de oro”. Para lograr esa final y voltear el puntaje debes de estar psicológicamente bien, y yo lo estoy.LE LLOVIERON PUÑALES—¿Cuál fue el momento más duro de tu carrera?−Tuve dos. En el 2012 y 2014. Caí como deportista, no tenía buenos resultados y me aparecieron lesiones. No me explicaba por qué. Y de repente no sentía el apoyo de antes. Me decían que ya no podía, que había tocado techo. Lo típico cuando estás abajo: te apuñalan con todo.—¿Pensaste dejar el karate?−No, pero pensé que mi vida estaba echada, que hasta ahí nomás llegaba, pero mi entrenador, que también es mi psicólogo, Roberto Reyna, me devolvió la confianza y salí adelante.—¿Tienes un ejemplo a seguir?−No. Siempre miro hacia arriba. Me gusta ser mejor que todos.—¿Qué le pedirías al gobierno?−Que apoye más a los deportistas. Junto a la empresa privada nos hagan viajar al extranjero para seguir mejorando.—¿Y en lo personal?−Quiero ser campeona del mundo y me ayudaría mucho competir afuera para mejorar mi nivel. Si no hay apoyo, me pondré a vender pollos en el mercado o haré polladas todos los días.SU ACADEMIA—¿Es verdad que tienes un dojo?−Desde el 2014 por insistencia de mi mamá (risas). Empecé con cuatro niños y ahora tengo más de 20. Me encanta enseñar. Me divierto mucho.—¿Cuáles son los horarios?−Enseño los martes, jueves, sábado y domingo por las tardes y en verano por las mañanas. El local está en el jirón Ancash 3539, altura de la cuadra 35 de la Av. Perú, en San Martín de Porres.—¿Siempre eres así? ¿Tan fresca? ¿Tan jovial?−Yo soy así en todos lados. Me gusta conversar, fregar, no me hago paltas.
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