Gabriel Montoya
Fotos: Manuel HIdalgo
Entonces, José Clavijo, lanza la pelota al cielo. Busca con la mirada fija en el firmamento que su hijo Yair alcance el balón, que lo sujete, que le diga que todo está bien, que el destino así lo quiso.
Pero no, la pelota cae nuevamente en los brazos de don José, que recibe el balón en medio del llanto de sus familiares, amigos, jugadores y dirigentes de Sporting Cristal, que acudieron ayer por la tarde al entierro del futbolista de 18 años en Campo Fe de Puente Piedra.
CON SUS ZAPATILLAS
El cuadro es doloroso en el cementerio. La señora Maura Elena Panta, madre del “Clavo”, como así lo llamaban cariñosamente sus amigos, salió de La Florida llevando en sus brazos las zapatillas y los chimpunes que usó su hijo, además de los diplomas que ganó cuando jugaba en el club del Rímac. No dejaba de aferrarse a las cosas de su hijo como tratando de soportar esta cruel pérdida. El llanto era inevitable. Las lágrimas su compañía.
SU ENAMORADA
Ahí mismo, muy cerca de la familia Clavijo Panta, como tratando de pasar desapercibida se encontraba Allison Jáuregui, enamorada de Yair que no dejaba de lamentarse por la irreparable pérdida.
Mientras se oía el desconsuelo de los familiares, sus compañeros de la reserva del Rímac y el entrenador Francisco Melgar, se acercaron al ataúd de Clavijo a dejarle una camiseta. Las palabras sobraban en ese momento. El desconcuelo era total.
Y todavía más cuando ordenaron que el ataúd descienda. En ese momento, familares, amigos y compañeros se acercaron al féretro para dejarle flores y lanzarle pétalos. Minutos después, los hermanos de Yair, Karla (22), Amir (20), Renato (16) y Jesús (14) se acercaron con las miradas extraviadas, como si todo esto se tratara de una maldita pesadilla. Pero no, la pesadilla estaba ante sus ojos.
SIEMPRE CONTIGO
En ese instante, don José se acercó al féretro y como llamando a Yair, le dice: “Ándate tranquilo y descansa zambo. No vas a estar solo. Acá estamos los cinco para defenderte. Te he traído lo que más te gustaba, tu pelota. Ahora podrás jugar en el cielo. Yo te seguiré cuidando, estés donde estés”.
Sus hermanos rompen en llanto y en ese momento, uno de ellos, coge el balón y como simular darle un pase deja caer la pelota en el ataúd.
En todo momento, la barra del Extremo Celeste no deja de entonar: “¡Ohhh, Clavijo no se va!, no se va, no se va, Clavijo, no se va”... ¡Salud Clavijo!, ¡salud Clavijo!, ¡salud, Clavijo”.
La tarde se extinguía. Sus padres y demás familiares empezaban a marcharse para dirigirse a su hogar con el consuelo de saber que su hijo, hoy está en buenas manos, en las manos de Dios.
Desgracia por doble
Como si la muerte tratara de ensañarse con la familia Clavijo Panta, la abuela del jugador, la señora Olga Gamboa (77) falleció la madrugada de ayer, aparentemente producto de la terrible noticia del deceso de su nieto.
Se pudo conocer que Yair era el engreído de su abuela materna y el joven siempre le llevaba algunos presentes de su viajes qu realizaba con Cristal con la selección Sub 18.
Vivían juntos en la misma casa de Payet, en Independencia y tenía algunos problemas en el corazón.
Tras saber la noticia de la muerte de su nieto se sintió mal y fue llevada de emergencia al hospital donde dejó de existir.
El cuerpo de doña Olga será velado hoy en su casa de Independencia y mañana será enterrado, posiblemente a un costado de su nieto favorito en el mausoleo de Puente Piedra.
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