Sheyla Mayumi Cóndor Torres, una joven llena de vida, fue brutalmente asesinada y desmembrada por el suboficial de tercera Darwin Condori Antezana, quien, pese a denuncias por violación en manada, seguía portando el uniforme de la policía. Su acto final fue quitarse la vida, dejando tras de sí una estela de horror, impotencia y preguntas desgarradoras sobre la justicia y la impunidad en nuestro país.
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Sheyla Cóndor era una joven alegre. Las personas que la conocieron cuentan que era amable, le gustaba ayudar a los demás. Disfrutaba la música, viajar y divertirse como toda joven, pero esa sonrisa fue silenciada por un sujeto que se suponía debía proteger a las personas. Fue asesinada por el policía Darwin Marx Condori Antezana.
Los chats de WhatsApp a los que tuvimos acceso muestran que Condori Antezana se comunica con Sheyla el lunes 11 de noviembre. Él insiste en encontrarse en su departamento en Comas, pero ella no puede. Entonces pactan el encuentro para el miércoles 13 de noviembre.
Ese día, él le escribe e insiste en verse. Le dice que le pagará los pasajes y, para que ella no desconfíe, le envía la foto de su carnet de policía. Luego sigue su ubicación en tiempo real hasta que Sheyla llega al condominio La Pradera.
La cámara de seguridad, pieza clave en esta investigación, captó al policía Condori Antezana saliendo a recoger a Sheyla. Juntos caminaron hacia el edificio e ingresaron al departamento. Una cámara interna registró el momento en que Condori Antezana la condujo hasta su habitación. Minutos después, ambos salieron a comprar bebidas y regresaron al lugar. Esa fue la última ocasión en que Sheyla fue vista con vida.
El policía Condori Antezana desmembró a Sheyla Cóndor ese mismo día, ocultando parte de su cuerpo en una maleta bajo su cama, donde durmió con el cadáver durante tres días. Mientras tanto, asignado a labores en el APEC, planeaba su coartada: alquilar un vehículo, deshacerse del cuerpo y luego denunciar el auto como robado.
Lo tenía todo planificado, como aquella vez en enero del 2023, cuando junto a sus colegas Jerry Albornóz y Jony Aylas ultrajaron a tres jóvenes aprovechándose de su estado de ebriedad. Pese a todas las pruebas y evidencias presentadas por las víctimas, los tres quedaron en libertad. Una impunidad increíble.
Mientras tanto, Sonia Torres, madre de Sheyla, al ver que su hija no contestaba las llamadas, decide revisar su laptop y encuentra un aterrador chat. En él se observa cómo el policía Darwin Condori Antezana cita a la joven en los condominios La Pradera, en Comas.
Con esta evidencia en mano, Sonia Torres acude a la comisaría de Santa Anita, pero la ignoran. Le indican que, al tratarse de un caso en Comas, debe dirigirse a la comisaría de esa jurisdicción. Desesperada y sin apoyo, llega a la comisaría de Santa Luzmila, donde se encuentra con el comisario Rolando Díaz. Increíblemente, tampoco le aceptan la denuncia, a pesar de que presentó los mensajes como prueba.
Con el corazón destrozado, Sonia va sola hasta el condominio La Pradera. Llorando y pidiendo ayuda, logra ver las cámaras de seguridad y observa lo que más temía: su hija aparecía en las imágenes de vigilancia.
Sonia Torres regresa a la comisaría de Santa Luzmila, esta vez con los chats y las grabaciones de las cámaras de seguridad como pruebas contundentes. Finalmente, logran prestarle atención. Un policía se ofrece a acompañarla hasta los condominios. Juntos llegan a la puerta del departamento señalado, tocan varias veces, pero no obtienen respuesta.
Minutos después llegaron tres personas, que son detenidas de inmediato. Poco después llegan dos más, incluido Abel Ray Manzono, compañero de cuarto de Darwin y estudiante de la Marina, señalado por la Dirincri como quien habría alertado al sospechoso sobre la presencia policial.
La puerta seguía cerrada hasta que llegó Alcia Mirella Alecacontor (19), la tercera inquilina del departamento. Al abrir, la madre de Sheyla irrumpió con el corazón en la mano, buscando desesperadamente por todos los rincones. Al llegar al cuarto de Darwin, enfrentó su peor pesadilla: su hija había sido asesinada. El policía Darwin Condori Antezana no solo le había quitado la vida, sino que se había ensañado brutalmente con su cuerpo.
Los seis que estaban en el lugar fueron detenidos inmediatamente y llevados a la Dirincri. Mientras tanto, Darwin, que ya había sido avisado de la detención, informó a su superior que estaba siendo solicitado en otro operativo. Aprovechó esos minutos y escapó. Todo en una completa irregularidad.
Tras conocerse el caso del asesinato de Sheyla, el Ministerio del Interior intervino la comisaría de Santa Luzmila por abandono de funciones. Solicitó a toda la PNP buscar a Darwin Condori y aseguró a la familia que lo encontrarían en menos de 48 horas.
Por su parte, la familia de la joven exigía justicia en los exteriores de la Dirincri. Una justicia que nunca llegó. Los seis sospechosos fueron liberados dos días después de su detención, pese a que habría pruebas de que uno de ellos avisó a Darwin para que escapara.
Tres días después del hallazgo de Sheyla, encontraron al suboficial de tercera Darwin Marx Condori Antezana en un hotel de San Juan de Lurigancho, en la habitación 303, con signos de haberse quitado la vida.
Según las investigaciones, el sábado 16 de noviembre, Condori Antezana fue avisado de que la policía lo estaba buscando. Ese mismo día, casi a la medianoche, ingresó al hotel “Las Perlas”, ubicado en la calle del mismo nombre.
Se registró con otro nombre y permaneció en el lugar hasta el 19 de noviembre, cuando se quitó la vida. Los oficiales que lo encontraron alteraron la escena del crimen. Movieron el cuerpo y los objetos que había dejado Darwin, entre ellos una carta donde se despedía de su familia, pero que no se arrepentía de nada.
Con su muerte, se llevó las respuestas que podrían haber esclarecido este brutal crimen, dejando al descubierto las graves fallas del sistema policial. Una familia sigue llorando la ausencia de Sheyla, enfrentando un dolor profundo y la amarga frustración de una justicia que nunca llegó.
Periodista especializado en temas policiales y políticos. Graduado de la Universinad Nacional Federico Villarreal. Redactor y coordinador en El Popular. Interesado en temas policiales, política y actualidad.