Por: Jessica Merino/URPI-GLR.
Todo un futuro por delante tenía Edwin Terán Trujillo (22), pero dos sujetos a bordo de una moto lineal se lo arrebataron. El joven estudiante de ingeniería civil fue interceptado por dos raqueteros en la calle Monterrey, en la urb. Los naranjos de Los Olivos, quienes le dispararon tras aparentemente resistirse al robo de su canguro, en donde guardaba 20 soles y su celular.
Edwin se encontraba junto a su mascota, conversando en el frontis de la vivienda de uno de sus amigos, a quien conocía desde la primaria, cuando los delincuentes los interceptaron en la calle Monterrey. Los asesinos no consiguieron robarle sus objetos personales.
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"Mi hijo y sus amigos tenían una amistad de años. Se fue a pasear al perro. Les asaltan a los tres. Viene una moto lineal, a los dos les quitan sus celulares. Mi hijo tenía el canguro en la cintura, se demora en sacar o pone un poco de resistencia y le dan dos balazos", narra entre sollozos, Gonzalo Terán, padre de la víctima, que fue impactado en el pecho.
Al ser alertados, llamaron a la Policía y junto a los serenos, Edwin aún con vida, fue llevado al hospital de Los Olivos, recuerda su hermana Nelly Terán. Sin embargo, debió ser llevado a la clínica Jesús del Norte, de la avenida Izaguirre, en donde llegó sin signos vitales.
"Le pido al señor ministro del Interior, César Gentille, que se ponga la mano al pecho; qué tal si lo hacen con su familia o matan a su hijo, ¿se sentiría tranquilo?", lamenta don Gonzalo.
Luego de 18 años, el matrimonio Trujillo Terán recibió a Edwin. Lo mataron injustamente a poco de cumplir 23 años y seguir con sus metas profesionales.
"Lo que ha pasado con mi hijo no tiene perdón. El 2 de noviembre, mi hijo iba a cumplir 23 años, hemos hecho un gran sacrificio, yo y mi esposa, le hemos dado una educación de buen nivel para que sea alguien. Se estaba preparando para lo que él estaba estudiando. Estaba armando su propia oficina para lo que él quería trabajar", narra el hombre.
Edwin Terán será recordado por sus seres queridos y amigos como el engreído de la casa, como un muchacho cuyo único vicio era practicar con su patineta, jugar con su perro Odie y estudiar para trabajar, tal como él hubiese querido, y siempre dar lo mejor de sí.
En la últimas horas desde el homicidio de Edwin, su familia reclama que no ha tenido acceso a las cámaras de vigilancia del municipio que hay en la zona. Además, su padre denuncia que cuando fue a reportar de lo ocurrido, encontró a un agente policial dormido. "Hasta ahora no nos informan de nada", reniega.
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Gonzalo, en medio del desconsuelo, denuncia que el distrito de Los Olivos atraviesa una crisis de inseguridad desproporcionada, al ser incluso, considerada como "tierra de nadie".
"Roban carteras, celulares, motos, entran a las casas. Los Olivos se ha convertido en tierra de nadie. Cambia ministros (del Interior) el señor Vizcarra, pero no solucionan el problema de la inseguridad", sostiene.