Willie Remuzgo Capcha (40) perdió su casa y su granja de codornices, pero pudo salir con vida junto con su familia al desatarse el huaico en Carapongo, Huachipa.
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Con esas mismas fuerzas hoy usa sus herramientas para poder sacar el lodo de su vivienda y rescatar las pocas aves que quedaron vivas. Esto lo hace con sus parientes y, confirma, sin ayuda de las autoridades.
“Lo perdimos todo. Pedí un préstamos de 20 mil soles al banco para hacer mi negocio y ahora no sé cómo voy a pagarlo, pero no nos vamos a rendir”, reflexiona.
Su vecina Shalon Suárez Vílchez (54), con una lampa, trata de retirar todo el barro que invadió su restaurante, donde también vive con su hija y su nieta.
Ella no se amilana y aclara que si el gobierno no cumple con su deber y los ayuda a reconstruir el sector, ellos mismos lo harán, pues tienen familias que sacar a delante.
“Ya pasaron varios días y nadie de las Fuerzas Armadas viene a retirar el lodo por aquí. Nos sentimos abandonados”, señaló resignada, mientras sus parientes la reconfortan. Esta es la terrible realidad de dos de las más de 300 familias afectadas en esta zona, que viven en carpas abarrotadas. “Agradecemos el apoyo de personas solidarias que vienen de lejos a darnos agua, comida y ropa”, agregaron.
Los pobladores del asentamiento humano Los Cañaverales en Chosica también se quedaron en la calle. Ellos viven en carpas, hasta donde la tarde de ayer llegaron personas de buen corazón con alimentos de primera necesidad. “Con lo que recibimos nosotros nos organizamos para subsistir”, contó una afectada.
A esta labor se sumó la ONG Patitas de Amor que llegó para ayudar a los animalitos que también fueron afectados. “Ellos también nos necesitan, los hemos encontrado en mala situación, pero estamos haciendo todo lo posible para curarlos”, dijo el veterinario Luis Cueva.
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