Joel Robles
Fotos: Jenny Valdivia y José Abanto
“Mi madre es una heroína. Ayudó en la evacuación de sus compañeros y público durante el incendio aun a costa de su vida y eso siempre lo recordaré”, contó entre lágrimas Amina Martínez, hija de Ana Torres Cochachín (46), jefa de Seguridad y Mantenimiento de las salas de UVK, fallecida en el siniestro que consumió el centro comercial Larcomar.
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Torres fue la última de las cuatro víctimas en ser reconocida, tras quedar atrapada en medio del fuego. Su cuerpo fue encontrado en un pasadizo. Al parecer, luego de poner a salvo a los demás, perdió el conocimiento por los gases tóxicos. “Además, tenía un problema en la pierna que le impedía movilizarse con normalidad y, en esa situación, hizo que se le acabaran las fuerzas”, indicaron en el velorio en el Rímac.
La tragedia de Larcomar también separó a Carlos Alcántara de su esposa Soledad Moreima Oliveros Trujillo, quien no pudo ser rescatada con vida por los bomberos y falleció asfixiada en las oficinas administrativas. Ambos trabajaban en el área de contabilidad hace medio año.
“Ella era una mujer muy trabajadora. Empezó a laborar en ese lugar hace seis meses para mejorar su situación económica”, expresó su prima al retirar su cuerpo de la morgue para trasladarlo hasta su natal Chancay, donde le darán cristiana sepultura. Como es público, Alcántara fue rescatado por los bomberos y, en medio de su desesperación, rogaba que sacaran a su esposa, que había quedado atrapada.
“Mi hermana deja un niño de cinco añitos, no es justo que haya muerto así. Hasta ahora nadie nos dice qué pasó. Se supone que era un local moderno, tiene que haber un responsable”, añadió su pariente.
Hasta su velatorio del local de Auxilios Mutuos de Chancay llegó el alcalde de esa ciudad para expresar sus condolencias a sus seres queridos.
Al igual que en la muerte de los tres bomberos en una fábrica de zapatos en El Agustino, la fiscalía retrasó la entrega del cuerpo de Ana Torres, argumentando que faltaban pruebas científicas para su reconocimiento. Este hecho generó malestar entre sus familiares, quienes recién en horas de la tarde pudieron retirar su féretro con destino al local comunal Mariscal Castilla, en el Rímac, donde decenas de vecinos, familiares y público en general se despidieron de la valerosa agente de seguridad que murió por salvar a sus compañeros. Todos coincidieron en exigir que se señale a los responsables y que se les sancione ejemplarmente.
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