Apenas se enteraron de que los cuerpos de sus compañeros los bomberos Alonso Salas, Raúl Lee Sánchez y Eduardo Jiménez, habían sido encontrados entre los escombros de la fábrica de calzado siniestrada en El Agustino, decenas de socorristas que trabajaban en el lugar formaron una fila y se tomaron de las manos para rezar por el alma de los fallecidos.
Algunos de los hombres de rojo se arrodillaron y elevaron plegarias por sus compañeros, que fueron aplastados por una pared de 200 metros según las primeras investigaciones. Eran cerca de 300 los socorristas que aguardaban la salida de los cuerpos carbonizados de sus colegas.
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Uno de los drones desplegados en la zona permitió la ubicación del primero de los cadáveres. A esto se le sumó el testimonio de los vecinos de la asociación de vecinos Canadá, quienes aseguran haber guiado a los desaparecidos a la parte trasera de la fábrica, por la calle Malecón Checa.
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Tras ingresar por esa zona, una de las paredes ubicadas entre la fábrica y el almacén del Minsa habría colapsado y los habría atrapado, según estas versiones.
Los agentes de homicidios y el fiscal de turno trabajan en el lugar para el levantamiento de los tres bomberos héroes.
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