La marcha Ni una menos fue inacabable, intensa, histórica y también dolorosa. Más de 100 mil personas se hicieron presentes. Y fue dolorosa para las miles de mujeres violentadas porque recordaron la pesadilla que vivieron a manos de sus agresores.
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Pese a las heridas abiertas, fue también una jornada histórica para las que sobrevivieron porque al final todas juntas con sus familias y a una sola voz protestaron frente al Palacio de Justicia.
“¡Poder Judicial, vergüenza nacional! ¡Poder Judicial, el pueblo te repudia!”, gritaron todas, desahogando su furia contra la corrupción de los jueces y fiscales.
CON LÁGRIMAS Y DOLOR
“A mi hija la descuartizaron y aún no encuentro su cabeza. Su esposo Shilton Ventura Céspedes la descuartizó y el juez le dio solo nueve meses de prisión preventiva. Por eso, él está alegre en la prisión”, cuenta Marina Santillán Robles (58), mientras marcha en medio de la multitud.
Marina llegó desde Huánuco para sumarse a Ni una menos y pidió justicia por su hija Dionicia Robles Santillán (24), asesinada en mayo pasado. “Estoy buscando la cabeza de mi hija porque su esposo aún no quiere decir dónde la escondió”, dice Marina, y no puede evitar llorar.
DE TODAS LAS PROVINCIAS
Otras mujeres también llegaron de provincias cargando los horrores del feminicidio.
“Mi hermana Amelia (Ventocilla Huaranga) fue degollada por su pareja (en marzo último) pero no se hizo la necropsia y corrió dinero con el fiscal para que liberen al asesino”, contó desesperada Nila Ventocilla, que llegó desde Carhuamayo, Junín, para exigir justicia. Nila marchó con los cinco pequeños hijos, los huérfanos que dejó su hermana asesinada.
“Yo vengo desde el Cusco. A mi hija Lisbeth (Ñaupa Mina) la mató su enamorado Joseph Estrada Moreano. Ella quiso terminar la relación con él porque era muy celoso y días después muere ella con más de 30 puñaladas en el rostro. Ese sujeto está prófugo y el Poder Judicial del Cusco dictó captura pero nadie hace nada”, reclamó Margarita Mina, recordando el 8 de noviembre del 2014 en que mataron a su hija.
Así como Margarita, miles de madres, hermanas, entre adolescentes y niños, gritaron con indignación cuando un grupo de magistrados salió a saludarlos en la puerta del Palacio de Justicia. Fue ese el momento culminante de una marcha histórica.
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