La noche del 29 de diciembre de 2001, 289 personas murieron a raíz de un devastador incendio que se produjo en Mesa Redonda, ubicado en pleno Centro de Lima.
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En medio del caos y la informalidad comercial, el estallido de un fuego pirotécnico -entre los jirones Cusco y Andahuaylas- desató la tragedia, ya que el fuego se expandió por la reacción en cadena de las explosiones.
Aquellos minutos de pánico y desesperación, que fueron emitidas en televisión nacional, hicieron que centenares de personas -entre compradores y vendedores y transeúntes- corrieran para salvar sus vidas.
Ello provocó también que muchas personas fueran aplastadas por la estampida humana y otros se quedaran encerradas dentro de las tiendas comerciales.
El jefe de la V Departamental del Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú, Comandante Augusto Franklin, fue unos de los primeros en acudir al auxilio, y contó que las escenas encontradas eras desgarradoras, como sacadas de las películas de Hollywood.
En 2008 se inició un proceso judicial a favor de los deudos de las víctimas, y donde el Estado peruano fue encontrado como tercer responsable civil, debido a que el general Luis Sánchez Arias "retiró el cordón policial el 19 de diciembre, permitiendo que ingresen pirotécnicos lo que produjo que la proporción de la tragedia fuera grande".
El fallo, también, hizo que los deudos no sintieran que se hiciera justicia, ya que se determinó que como reparación civil deben recibir en conjunto 200 mil soles.
“La tragedia de Mesa Redonda” evidenció lo vulnerable que resultamos las personas ante siniestros como estos.
Un bombero, entrevistado por reporteros de América TV, indicó que una mujer falleció abrazando a su hijo y su cuerpo fue encontrado de esa manera.
No se debe repetir una desgracia de tal magnitud. Por el bien de tu familia y tus hijos: evita el uso de pirotécnicos.
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