Cuando el reloj marcaba las 10:13 de la mañana, Marco Bracamonte encendió su camioneta BMW, de placa B2E-074, estacionada frente al penal Santa Mónica.
Solo 15 segundos después, la menuda figura de Eva Bracamonte, su hija, traspuso la puerta del presidio donde estuvo más de 36 meses.
Protegida por una muralla de al menos 25 policías, Eva burló el asedio de los periodistas e ingresó al carro de su padre que enrumbó por la Av. Huaylas.
En el vehículo se reencontró con su inseparable amiga July Naters, quien con Liliana Castro y Marco Bracamonte, esperaron su salida desde las 9:00 de la mañana.
Pero sus primeros minutos en libertad, se vieron empañados por el asedio de la prensa. Eva no pudo ingresar inicialmente a su casa en la cuadra 2 de la calle Paul Harris en San Isidro.
COMIÓ RICO
Restablecida emocionalmente Eva se dio tiempo para celebrar comiendo lo que le gusta.
Poco antes de las 11:30 de la mañana llegó a su vivienda su pedido de hamburguesas con gaseosas. Dos horas después, el empleado de una conocida cadena de pollerías llevó a la casa pollos a la brasa y más gaseosas.
Mientras los periodistas aguardaban llegaron hasta su residencia arreglos florales.
Durante toda la mañana y la tarde, Eva no apareció. Su padre había adelantado que no iba a declarar, que se dedicaría a descansar.
Trascendió que tan pronto llegó a su hogar, la joven habría descargado la emoción contenida, llorando por largos minutos abrazada a su papá, de July Naters y de su ex pareja Liliana Castro.
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