El adiós del “Cristo Cholo”

Cecilia Buzzio

Fotos: Carlos Contreras

Esta semana Mario Valencia cumplirá 33 años escenificando la pasión, muerte y resurrección de Jesús.

“Jesucristo tenía 33 años cuando entregó su vida por el perdón de nuestros pecados. Al igual que él, ha llegado el momento de retirarme”, cuenta nostálgico el llamado “Cristo Cholo”.

Por ello le pidió a el Popular visitar el río Rímac. Allí prometió que hoy domaría el torrentoso caudal para recrear, por última vez, el tradicional bautizo.

No será fácil. Defensa Civil no le ha dado autorización para bajar al “río Hablador” porque pondría en riesgo su vida.

“Ya veré cómo bajo, pero lo hago. Si no nos dan el permiso ya veremos cómo nos metemos, pero debo hacer el bautizo para todos los fieles”, advierte Valencia.

Sabe que serán pocos los que lo acompañarán por el peligro y que no podrán llevar niños. “Me encomendaré a Dios como todos los años para salir con bien, se hará su voluntad”, añade.

PREPARA VÍA CRUCIS

La melancolía del inminente adiós se mezcla con el entusiamo que él y más de 100 actores de la agrupación teatral religiosa Emmanuel ponen para ultimar el Vía Crucis que representarán mañana.

“Todo tiene que salir perfecto este año, es muy especial para mí”, agrega con los ojos humedecidos.

Esta última peregrinación comenzará en la iglesia Santa Rosa de la Av. Tacna.

La obra durará dos horas y luego el actor visitará las iglesias del centro de Lima, para finalmente subir al cerro San Cristóbal, donde será humillado y crucificado, como señala el pasaje bíblico.

El inicio del rebelde

Pero Mario no siempre estuvo en el camino de Jesús. Según nos cuenta, conoció el mundo del alcohol y estuvo metido en las drogas.

“Fui rebelde. De chico me fui de mi casa, vi la droga y el alcoholismo de cerca. Incluso terminó viviendo como indigente. Hasta que un anciano me llevó a la Iglesia. Creo que ese hombre de ropa raída fue una señal. Dios me sacó de eso”, contó.

Este Mesías bajado de los cerros pide solidaridad. “Ojalá ayuden a mi sucesor porque hasta la ropa tenemos que conseguirla. Solo el municipio del Rímac nos apoya con la comida por dos días”, señala al despedirse.