Los aterrados familiares de Esther N. indicaron que desde entonces ella lanzaba alaridos insultantes y se contorsionaba con violencia en la cama o el suelo. En esos momentos, era imposible controlar a la muchacha, pues la embargaba una fuerza sobrehumana y fácilmente rebasaba a cuatro hombres.
"Era como ver la película El Exorcista", dijo una vecina que pudo ver a la muchacha en los momentos de crisis. Los vecinos rezaban y cantaban alabanzas a Dios en la puerta de la chica endemoniada, la que se habría restablecido luego de una mesada en las pirámides de Túcume.
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