Los venezolanos huyen atemorizados de la frontera entre Brasil y Venezuela y temen que se desaten nuevos ataques contra ellos por parte de los brasileños.
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La presencia de tropas de la Fuerza Nacional brasileña es notoria en las inmediaciones del puesto fronterizo, antes incluso de la llegada de los refuerzos prometidos el domingo por el presidente Michel Temer.
Los recuerdos de los incidentes del sábado son traumáticos y muchos vendedores de comida o cambistas de dinero que cruzan a diario desde la ciudad venezolana de Santa Elena de Uairén aseguran que nunca vieron algo parecido.
“Nos fuimos asustados, no sabíamos lo que iba a pasar”, dijo a la AFP un cambista, que prefirió no revelar su identidad.
Los ataques se desataron tras la agresión a un comerciante brasileño, que resultó herido. Familiares de la víctima responsabilizaron a los inmigrantes y decenas de vecinos de Pacaraima, en represalia, atacaron los dos principales campamentos improvisados de los inmigrantes y quemaron sus pertenencias. Unos 1.200 huyeron, cruzando la línea divisoria de vuelta a su país.
“Pagamos justos por pecadores. Nosotros no tenemos la culpa de que nuestro gobierno esté haciéndolo mal”, lamentó Jorge Idrogo, un venezolano de 22 años, que sustenta a su familia vendiendo comida del lado brasileño.
El coronel Zanatta, comandante de la base de Pacaraima de la Operación Acogida, estima que este lunes se registren unos 900 venezolanos en el centro de recepción de esta localidad amazónica.
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