Leyenda del niño llorón: “el cuadro maldito” que atemorizó al Perú en los 80
La pintura de un niño llorando se hizo muy famosa en el país, pero no por su belleza, sino porque supuestamente estaba maldita. Conoce aquí los detalles sobre está misteriosa historia.
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Muchas historias se han tejido en torno a este caso. En los años ochenta, en el Perú estaba de moda decorar con cuadros los interiores de las casas. Sin embargo, había uno que causaba mucha intriga y cierta incertidumbre, ese era el supuesto "cuadro maldito" del niño llorón, el cual incluso llegó a ser una leyenda urbana muy popular en esa época.
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Es por ello que en la siguiente nota te damos a conocer la historia de aquel cuadro que generaba sensación de angustia a muchas familias de la época. Conoce aquí detalles de está historia.
¿Qué característica tiene el cuadro maldito?
En la pintura aparece un niño rubio de ojos azules con lágrimas en los ojos. Su semblante llama la atención porque refleja un sufrimiento indescriptible. Asimismo, te contamos que el autor de esta obra de arte es el pintor Bruno Amadio. Nació en Venecia, Italia, en 1911, y en la industria artística era conocido como Angelo Gragolin, Franchot Seville o J. Bragolin, pues con esos nombres firmaba sus pinturas.
Bruno amadio pintando un cuadro.
¿Cuál es la historia?
La leyenda se remonta al año 1911, cuando nació Bruno Amadio, un artista italiano conocido bajo el seudónimo de Giovanni Bragolin. El pintor, y veterano de la Segunda Guerra Mundial, se inspiró en el sufrimiento de los niños que veía en las aldeas por las que pasaba siendo soldado y creo las pinturas llamadas “Los Niños Llorones”.
Según La República, el novelista y escritor español Emilio Arnao , Amadio inicialmente no era popular, por lo que hizo un pacto con el diablo para que sus obras se hicieran famosas, todo a cambio de su alma. Según indica Arnao, en total realizó 27 retratos de niños llorones, de los cuales, algunos fueron adquiridos por coleccionistas, e incluso otros están en los museos.
Los cuadros de Amadio se caracterizaron por ser protagonizados por niños llorando, los cuales habrían sido retratados después de la Segunda Guerra Mundial. Foto: The Citizen
La leyenda del cuadro maldito en el Callao
La imágen se hizo tan famosa que se reprodujo en otras partes del mundo y llegó a Perú. Es así como se origina la leyenda urbana del cuadro maldito del niño llorando en el Callao.
En una casa aledaña a la plaza Comandante Fanning, conocido como Obelisco, en el Callao, vivía una madre soltera con su bebé. Un día, cuando fue al mercado a hacer sus compras de la semana, se topó con un viejo vendedor que le ofreció una serie de cuadros.
En un inicio, la mujer estaba interesada en adquirir alguna pintura relacionada con el mar. Sin embargo, el mercader le insistió para que se llevara otra, y esa era la del niño llorón. Tanta fue la presión que hasta le bajó el precio, al punto de regalársela, es así como la chalaca terminó comprándola y, tras llegar a casa, la puso en su cocina.
Después de un tiempo, la madre obtuvo un trabajo en una agencia de aduanas y como ya no tenía tiempo de cuidar a su hijo, contrató a una niñera. Sin embargo, el niño de año y medio estaba intranquilo, pues en las noches lloraba demasiado y cuando dormía tenía sobresaltos, como si tuviera pesadillas.
Fragmento de una de las obras que integran la serie de cuadros del pintor italiano Bruno Amadio, conocido también como Giovanni Bragolin. (Archivo)
Ya en otro momento, cuando cambiaba a su bebé, se percató que este tenía moretones en el cuerpo, por lo que supuso que la niñera era la culpable. Aunque ella lo negó, de todas maneras la despidió y decidió encargarse de la crianza del menor. Otro día, cuando la mujer llevó a la cocina a su hijo para darle de comer, como siempre, los llantos no cesaban. Es en ese entonces que tocaron la puerta y ella salió, y aunque los llantos se incrementaron, no les hizo caso, pues solo iba a tardar unos minutos en recibir un paquete.
Al regresar a la cocina vio cómo el bebé estaba en el piso inconsciente y con la marca de un golpe en la cara. Tras cargarlo vio el cuadro del niño llorando con otro semblante: esta vez sonreía. Inmediatamente, dejó el cuarto y llamó a su familia. Sus familiares no le creyeron, pero aun así decidieron apoyarla y optaron por deshacerse del cuadro en Año Nuevo, pues faltaban pocos días para la fecha, y como solía ser costumbre en el país, se quemaba todo lo viejo.
Tiraron el cuadro al fuego, pero se sorprendieron al ver que este aún estaba intacto. No fue hasta después de un largo rato que recién empezó a quemarse, y según cuenta la leyenda, poco después ocurrió un apagón en todo el primer puerto. ¡Rara historia!
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