Loverita Ramírez revela por qué festejaba sus goles con el Comando Sur: "Tocaba cajón y bailaba festejo"

Le decían Loverita, apareció en Alianza Lima a mediados de los 90 y fue muy querido por la hinchada blanquiazul.

Jorge Ramírez Tabacchi hoy tiene 44 años y no olvida sabrosas anécdotas de su paso por el cuadro íntimo y la selección sub 20 que dirigió el serbio Dragan Miranovic, en 1995.

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Loverita, para más señas, también paseó su fútbol por México, Grecia, Túnez y Chipre.

—Cuando estabas en la sub 20 que dirigía Miranovic tuviste un percance. ¿Qué pasó realmente?

—El profesor, que en paz descanse, hablaba un español que no se le entendía. Resulta que íbamos a ir a un partido a Chimbote y claramente le escuché que viajaríamos a las dos de la tarde y que deberíamos estar una hora antes. Todo bien.

—¿Entonces cuál fue el problema?

—Llego a la concentración a la una de la tarde y los encargados me dicen que hace una hora ya se había ido el equipo. Uy, caramba, no era a las dos, sino las 12. ¿Qué hago?, dije.

—¿Qué hiciste?

—Estaba con mi cuñado y tenía un buzo de Perú y le dije póntelo. Fuimos al terminal de Fiori, chapamos el bus para Chimbote. Ya en la ciudad, llegamos a la comisaría pensando que sabían dónde estaba la selección, pero no. Los policías nos ofrecieron una banquita, pero no aceptamos, entonces nos dijeron que entonces podíamos dormir en el calabozo.

—¿Al final cómo quedó la cosa?

—Como estábamos con el buzo de la selección, unos chicos se ofrecieron llevarnos a sus casas. Y así fue. Al día siguiente nos prepararon un súper desayuno, y salimos a la calle, y en la plaza de Armas nos encontramos con Cuto Guadalupe, quien nos llevó donde se encontraba el equipo.

—¿Cuál fue la reacción de Miranovic?

—De lo mejor, nos dijo que quizás otras personas en esa confusión se quedarían en Lima y no viajarían a Chimbote. Al día siguiente para el partido me puso de capitán y ganamos el partido por 13 goles. Yo hice tres.

Vida y pasión

—¿Cómo te iniciaste en el fútbol?

—Antes no había academia, se jugaba en pista, en la calle o donde fuera. Soy del barrio de San Juan de Miraflores, de donde han salido muchos deportistas. Yo no tenía ni para una pelota, pero cuando escuchábamos que alguien tenía, salimos en primera a jugar. Jugaba en la cancha del Olímpico, mi equipo se llamaba Los Cachorros.

—¿Y cómo llegas a Alianza Lima?

—Yo siempre acompañaba a jugar a mi tío Marco Lovera, por eso nace lo de Loverita. Tenía siete u ocho años, cuando el Cholo Castillo le pregunta a mi tío si yo jugaba. Claro, le dijo, entonces el Cholo me mandó a jugar al equipo D de niños de ocho a diez años. En el primer partido marqué cinco goles.

—¿Lo convenciste?

—Sí, porque luego de esa actuación me pasan al equipo A. Me toca jugar la primera Copa de la Amistad y fui el mejor asistidor, pero cero goles actuando de nueve. En el siguiente torneo me ponen de un falso nueve y empiezo a destacar.

—Y así hasta que llega tu debut en el equipo profesional en 1993.

—No, yo considero que mi debut real fue en 1995. En el 1993, 16 años, viajé con el equipo profesional a Arequipa y Cusco para jugar con Municipal, Cienciano y Melgar, pero en seguida me bajaron al América Cochahuayco, que en este tiempo lo tenía Alianza Lima. Fue el 95 que regreso con Iván Brzic, y en mi debut meto un gol.

—¿Recuerdas ese momento?

—Habían pasado dos meses entrenando y no jugaba, ya lo habían hecho varios de mi promoción como Agapito, Holsen, Chévez, Penalillo, pero llegó mi oportunidad y me tocó jugar reemplazando a Waldir Sáenz frente a Unión Minas. En eso, en una jugada se la doy a Muchotrigo, le choca, me vuelve a quedar y de tres dedos la mandé adentro.

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—Tus goles los celebrabas bailando, ¿no?

—Yo soy alegre y espontáneo siempre. En ese entonces me gustaba tocar cajón, bailar festejos y las canciones del General. Cuando anotaba, corría donde el Comando Sur y celebraba bailando el segundo himno de Alianza, El Gallo Negro.