Mujer de 66 años cumple su sueño de estudiar tras vender golosinas en la calle [VIDEO]

El Ministerio de la Mujer gestionó la ayuda para la adulta mayor que había sido arrollada por un auto y fue rescatada por el Inabif

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Es una mujer a prueba de todo. Vivía en el abandono, sin familia, vendiendo golosinas en las calles. Consuelo Naveda, de 66 años, sobrevivía así hasta que fue arrollada por un auto en la calle. Desde entonces todo cambió para ella. El Inabif la rescató y a través del Ministerio de la Mujer le cumplieron su gran sueño. 

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La historia de Consuelo empezó en agosto del 2015, cuando el Inabif conoció su caso y la derivó al Centro de Atención Residencial (CAR) Virgen del Carmen en el distrito de San Miguel, por hallarse en condición de vulnerabilidad. Había sido atropellada por un auto mientras vendía golosinas en la calle. No podía caminar ya que sufrió la fractura de la tibia a causa del accidente.

Mediante las sesiones de terapia física que recibió en el CAR, pronto pudo recuperarse totalmente y valerse por sí misma. 

CUMPLIÓ SU SUEÑO DE ESTUDIAR

Consuelo tenía deseos de estudiar y siempre supo que ser una persona adulta mayor no era impedimento para alcanzar su sueño. El Inabif gestionó una beca para que siga estudios de medicina natural y complementaria.

AHORA VENDE PRODUCTOS NATURALES

Este nuevo conocimiento la capacitó para dedicarse a la venta de productos naturales. Entonces, a solicitud suya y previa evaluación del personal profesional, Consuelo fue trasladada al Centro de Atención de Noche (CAN) en San Miguel, donde cuenta con facilidades para trabajar durante el día en la venta de sus productos naturales, y regresar a descansar en la noche.

En el CAN reciben alimentación (desayuno y cena), hospedaje nocturno, terapias físicas, actividades culturales y recreativas, así como artículos de aseo personal.

“Agradezco al Inabif, porque me brindaron el apoyo y las facilidades para recuperarme, estudiar y desarrollarme en el espacio que me toca vivir”, dijo Consuelo, a quien además le gusta cantar, bailar y componer hermosos versos elogiando al CAR que la acogió durante casi cuatro años.

La calidad de vida de Consuelo ha mejorado. Con fortaleza en sus piernas y un diploma bajo el brazo, ha comprobado que nada es mejor que sentirse sana, útil y sobretodo querida. 

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