Mónica Cabrejos analiza cómo empieza un desenfreno carnal
Mónica Cabrejos fue a un paradisiaco lugar del mundo y observó cómo los hob mbres y mujeres se prepararon para entregarse a los placeres de la vida.
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Escribo esta columna desde la paradisíaca playa de Punta Cana en el caribe dominicano. Llevo varios días aquí y si bien no he hecho mucho, sí he visto suficiente, pues este hermoso lugar es destino mundial favorito para la diversión, el amor y el desenfreno.
Donde estoy hospedada no hay latinos pero sí muchos rusos y árabes; de estos últimos solo hombres en busca de diversión carnal al estilo occidental. Y cuando la tarde empieza a caer -la playa queda desierta- todos se reúnen alrededor de la piscina en busca de socialización. Empieza la acción, el baile y la cacería.
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El DJ escoge las mejores canciones para provocar la cadencia de los cuerpos y aunque desconocen los ritmos latinos, los turistas se dejan atrapar por su sensualidad.
En las barras de la piscina se sirven tantas “piñas coladas y mojitos” como pueden imaginar, pues aquí el bar tiene un horario de atención extenso empieza a las 9:00 am y termina a las 3:00 am. Imaginen ustedes el porcentaje de alcohol por cada litro de sangre que cada visitante lleva cada noche al irse a dormir.
La razón favorita para muchos de venir hasta aquí es el desenfreno. Y así lo he podido ver -como una observadora ajena- desde el día uno de mi visita cuando las animadoras optaron por dar clases de reggaeton “nivel perreo” a siete turistas rusas, inglesas y alemanas. Las experimentadas lugareñas movieron la pelvis con tanto ahínco que motivaron a la audiencia, las turistas en hilo dental (y algunas en topless) sin mucha coordinación coreográfica emularon los movimientos, se menearon hasta quedar en la posición de perrito dando la espalda a los sapos, provocando excitación y muchas erecciones entre los varones. Luego de eso la atmósfera cambió, pues hasta las parejas tentaron el amor bajo el agua de la piscina durante la fiesta de la espuma.
Soy oficialmente una mujer madura y juiciosa que prefiere la tranquilidad del mar, una buena charla y muchas risas.
La vida siempre cambia.
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