Mónica Cabrejos: Un negocio llamado amor
Soy feminista, defensora de las mujeres y anhelo la igualdad de derechos y de oportunidades para nosotras.
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Soy feminista, defensora de las mujeres y anhelo la igualdad de derechos y de oportunidades para nosotras.
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Sin embargo, la idea de exigir una indemnización monetaria por los años vividos en una relación (marital con hijos) me deja con la sensación de seguir viviendo en los tiempos arcaicos en los que se valoraba la virginidad de una mujer como virtud imprescindible.
Recién llegadita de mi viaje por tierras mexicanas me enteré de tremendo escándalo mediático que habían causado las declaraciones de Jefferson Farfán sobre su ex Melissa Klug y los supuestos siete millones dólares que ella le reclamaría.
Mi primer día en el gimnasio se convirtió en una disputa de dos bandos, un grupo de compañeras estaba a favor de Melissa y otras a favor de Jefferson.
No pude evitar reflexionar hasta qué punto es válido mantener aún la creencia que una mujer debe recibir una indemnización monetaria como desagravio por los años vividos en una relación de pareja.
Las defensoras de Klug aseguran que el dinero sería un pago justo, merecido y bien ganado; ya que le dio dos hijos y 11 años de su hermosa juventud a su ex, uno de los futbolistas mejor pagados del continente.
Argumentan que es millonario y un mal hombre por no querer compartir su fortuna con la mujer con la que algún día fue feliz.
También dicen que es una obligación moral asegurar el futuro económico de la madre de sus hijos porque este está ligado a sus propios hijos.
Las más extremas abogadas de Melissa dicen que ella debería quitarle todo su dinero y todas las propiedades para reparar su autoestima afectada por las supuestas infidelidades de Farfán.
La ley peruana estipula que una convivencia después de dos años otorga los mismos derechos sobre los bienes adquiridos en el periodo de unión.
Farfán tiene muy poco a su nombre y ya han acordado una pensión alimentaria, el pago de la educación y demás gastos que implica la crianza de dos menores. Una casa, un auto y seguridad privada en este caso no es un lujo, sino una necesidad para la tranquilidad de los niños.
Velar por el sano crecimiento de los menores es un compromiso de ambos padres. Mamá y papá están en la obligación de velar por el bienestar de los hijos menores. Es justo, correcto y obligatorio.
Pero qué tiene que ver esto con la persistente idea que existe la obligación moral masculina (asumida como tal en la sociedad) de tener que indemnizar a la ex mujer, pareja o esposa por los años que estuvo en la relación y peor aún por haberle dado hijos.
¿Acaso fue un vientre en alquiler? Habría que reflexionar sobre esto, pues la igualdad que se reclama debe ser en todo sentido.
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