¡Saber decir adiós!

El amor es eterno mientras dura. Eso lo debe saber bien Erick Elera ahora que está separado de su esposa Analía Rodríguez. Ambos se casaron ilusionados pensando que su matrimonio sería para toda la vida, pero los errores del popular “Joel” le pasaron la factura a su relación. Tras sacar los pies del plato, su esposa lo echó de su lado al sentirse traicionada por él.

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Por Lucho Camino

El amor es eterno mientras dura. Eso lo debe saber bien Erick Elera ahora que está separado de su esposa Analía Rodríguez. Ambos se casaron ilusionados pensando que su matrimonio sería para toda la vida, pero los errores del popular “Joel” le pasaron la factura a su relación. Tras sacar los pies del plato, su esposa lo echó de su lado al sentirse traicionada por él. 

El actor ahora llora por perderla y ella prácticamente le ha puesto el punto final a la unión que pensaron era para siempre.

Ese es el caso de muchas parejas. La relación siempre se rompe por algún lado. Incluso los años de conviviencia no garantizan la felicidad.  

Hoy más que nunca los matrimonios se acaban de un día para otro. Por eso siempre les digo a mis pasajeros que nadie tiene la vida hecha, porque cuando menos lo piensen el destino a veces te da sorpresas.  

Recuerdo el caso de un amigo que acaba de separarse de su mujer después de varios años de casado. Él estaba bien, aparentemente con ella, y un buen día su mujer se largó de la casa. Se llevó a su hija y le dejó a los dos mayores con él. Jamás pensó que su matrimonio se hiciera añicos por problemas que pasan cuando se hace vida en común por tantos años.

En el caso de Erick, tenía pocos años al lado de su esposa, pero sus travesuras con algunas chicas terminaron por sepultarlo. Ahora se arrepiente, reconoce errores pero ya es demasiado tarde. Analía no quiere saber nada y él hoy solo tiene resignación porque sabe que ya fue. 

A veces es mejor decir adiós en los mejores términos, sobre todo cuando hay hijos de por medio, pero en algunas oportunidades el rencor envenena una relación y los esposos terminan en una gran bronca. Como siempre, los únicos que pagan los platos rotos son los hijos.

Si alguien ya no quiere nada con el otro, es mejor ser sincero y no llenarse de venganza y cólera. Muchas personas pasan del amor al odio con tal facilidad, que terminan enfermas y al borde de la locura.

A mi amigo le pasó lo mismo. Su mujer ahora lo odia y no quiso salvar la relación, pudo más su orgullo y sus ganas de humillar al otro que terminó mandando todo al diablo. Según me cuentan ahora solo se verán las caras en los tribunales en una guerra sin cuartel por los hijos. 

“Es que uno nunca sabe con quién se casa. Uno a veces parece que duerme con el enemigo y eso es lo más decepcionante”, comenta mi amigo. 

En el caso de Erick Elera, él es el único responsable de su fracaso matrimonial y ahora sabe bien que Al fondo hay sitio para llorar sus penas de amor.

muchacalle.elpopular@gmail.com

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