Venció a la muerte

Por: Lucho CaminoSoy sincero. Abrí mi diccionario -en el cole le decíamos “mataburro”- y busqué la palabra espeleólogo. ¿Qué significaba? Entonces, entendí que son aquellos que practican la ciencia que explora y estudia la formación y origen de las cavidades naturales subterráneas. O sea, en pocas palabras, son los que se meten a las cuevas con fines de estudio.

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Soy sincero. Abrí mi diccionario -en el cole le decíamos “mataburro”- y busqué la palabra espeleólogo. ¿Qué significaba? Entonces, entendí que son aquellos que practican la ciencia que explora y estudia la formación y origen de las cavidades naturales subterráneas. O sea, en pocas palabras, son los que se meten a las cuevas con fines de estudio. 

Hice este ejercicio mental, después de conocer la noticia del espeleólogo español que cayó unos 400 metros abajo en la cueva Intimachay en Chachapoyas. Durante 12 días estuvo en las profundidades, rodeado de silencio y oscuridad, tratando de vencer su miedo a la muerte y aguardando ser rescatado a tiempo.

Imagínense estar ahí. Hay que ser muy valiente para no entrar en pánico. Mucho más, si por la abrupta caída después de romperse el anclaje que sujetaba la cuerda, te has roto algunos huesos y sabes que si bien estás a 400 metros abajo, estás a más de 2 mil metros de distancia de la boca de la cueva y que todo rescate será tranca.  

Por eso, el español Cecilio López es un héroe de sí mismo. Uno más que venció a la muerte, que escapó de sus garras. 

Calma y esperanza. Para cualquiera es difícil mantenerlas si la vida está en peligro. La terrible experiencia de Cecilio me hizo acordar a la de los 33 mineros en Chile que estuvieron atrapados a 720 metros de profundidad unos 70 días.  

También recordé la película 127 horas, que estuvo nominada al Oscar. Esta cinta, protagonizada por James Franco, se basaba en la historia real de Aron Ralston, escalador de montañas que cae por una grieta enorme y queda atrapado por una roca.  

Solo y viendo que sus esperanzas de vida y de ser rescatado eran mínimas, se amputó un brazo con las pocas herramientas en su mochila. Ralston tenía en contra que nadie sabía que estaba explorando un cañón.

Cecilio, gracias a Dios, pudo contar con ayuda. La solidaridad fue creciendo con el paso de los días, tanto así que han participado en su rescate 58 españoles, 43 peruanos, cuatro mexicanos, un francés y un italiano. Y que eso haya sucedido, de verdad que emociona. Saber que fue subido por tramos, cuidando detalles para no empeorar su estado de salud, tomándose el tiempo necesario.

Ahora imagine el momento que Cecilio vio la luz. Todos dando vivas y celebrando a gritos. Él creyendo que ha vuelto a nacer, pero prometiendo que apenas se recupere, volverá a la acción en otras cuevas. 

Bien dice el tío Guaracha: “Sobrino, cuando no te toca, ni el diablo puede”. Es verdura.

muchacalle.elpopular@gmail.com

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