Myriam Hernández deleitó a fanáticos en el Gran Teatro Nacional

Créditos: Bella Alvites / URPI-LR

Las luces se apagaron en el Gran Teatro Nacional para recibir al compás de los aplausos a la gran Myriam Hernández, quien inició este concierto con el tema “Hasta aquí”. Vestida con un elegante y corto traje negro, mostraba su fuerza y seguridad. “Ese hombre” fue la segunda canción elegida para estremecer el cuerpo de los espectadores.

Su guitarrista descendió del podio para acompañar a la artista con un solo de guitarra. La intérprete y compositora continúo con “No te he robado nada”, éxito del 2004 incluido en su álbum “Huellas”.

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Dedicó palabras a sus seguidores

“Estoy muy feliz porque desde los 35 años de carrera que llevo viniendo al Perú es la primera vez que me presento en el Gran Teatro Nacional, es un privilegio, quisiera decirle tantas cosas, pero la mejor manera de comunicarme con ustedes es cantando”, indicó.

Continuó esta noche llena de romance con “Se me fue”, interpretando con mucha pasión sentada en una silla negra. Los asistentes, cada vez más enamorados, acompañaron el coro de “Eres”, que llegó a la fama en 1993.

De pronto ella sorprendió al público cantando “Ay amor”, pero en portugués. Preguntó que mujeres no se sentía valoradas en el amor, a lo que muchas levantaron la mano. Era el inicio de “Ya es tarde”, una de sus canciones más recientes, estrenada el 2022.

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Continuando con esta velada entonó “Mío”, letra que se ha vuelto casi un himno para las mujeres. Prosiguió con unos sensuales pasos de baile para acompañar “Peligroso amor”.

Era el turno de “El hombre que yo amo”, que como bien dice ella es parte de nuestra vida y no necesita presentación. Con “La fuerza del amor” hizo reunir a sus músicos al medio del escenario para corear y abrazar.

Luego de entonar “Herida”, las luces se apagaron y la artista salió del escenario. La gente pedía a gritos un último tema y Myriam salió nuevamente para deleitarnos con “Te quiero, ti amo”. Finalmente, muy fiel a su estilo, regaló rosas blancas para marcar un bonito recuerdo entre los románticos.