Entérate cómo es que interpretar a Aurelio Casillas en 'El señor de los cielos', afectó la vida de Rafael Amaya

Rafael Amaya ya va interpretando 11 años al protagonista de "El señor de los cielos", el ambicioso Aurelio Casillas, un papel que le cambió la vida por completo no solo por alcanzar picos de fama en todo el mundo. Conoce aquí su sentida historia.

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¿Cómo "El señor de los cielos" cambió la vida de Rafael Amaya?

Rafael Amaya comenzó a interpretar a Aurelio Casillas cuando tenía tan solo 36 años y se encontraba en el mejor momento de su carrera artística con su apuesto perfil robando suspiros a miles de personas que empezaron a sintonizar la famosa serie de Telemundo.

Sin embargo, a sus 45 años y siendo esta la última temporada en la que encarna su personaje, el actor ha sobrepasado muchos obstáculos a lo largo de su vida, sobre todo, sus adicciones.

En un principio, se rumoreó que Amaya inició a consumir drogas por sus largas jornadas de trabajo, incluso, se dijo que la serie habría deteriorado su salud al ser obligado a entrar a una cueva que cerraba sus vías respiratorias. Estas especulaciones fueron desmentidas por el propio actor, quien reflexionó sobre cómo la fama le pasó factura.

"No fue el personaje, fui yo; la decisión fue mía, no era Aurelio; se entrena para dejar el personaje en el clóset, pero sí me dejé llevar por muchas cosas como la vanidad, el materialismo y el ego", expresó en una entrevista para "Hoy Día".

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¿Rafael Amaya logró superar sus adicciones?

Gracias a su gran amigo Roberto Tapia, Rafael Amaya logró internarse en una clínica de rehabilitación donde permaneció ocho meses y pudo vencer sus adicciones. Esta información lo dio a conocer él mismo en una entrevista para un medio mexicano.

"Yo estaba perdido, estaba aislado del mundo, estaba enojado con todos, pero no era yo. Antes de perdonar a los demás, me perdono a mí mismo (...) Estaba cegado por el manto oscuro de la drogadicción. Soy un ser humano, no soy un robot”, enfatizó asegurando que esta dura etapa no le permitió comprometerse en el ámbito amoroso, laboral ni familiar.