Rosa Elena Rodríguez Monzón es futbolista y lo hace con orgullo: “Mi mamá me enseñó a no bajar la cabeza nunca”
Afirma que sus hijos son su mejor regalo no solo de mañana sino de siempre. Desde niña prefería la pelota y hoy es una de las figuras de Atlético Trujillo.
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Si el fútbol es esfuerzo, coraje, disciplina, talento, cariño y belleza, quien más que las mujeres para representar todo ello, al punto que ya le están haciendo competencia a los hombres en meterse en el corazón de todos.
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Hoy, en muchos países del mundo, los estadios se llenan con la liga fenemina y tienen muchas figuras de primer nivel. Pero ahí están, con su pasión favorita, como Rosa Elena Rodríguez Monzón (29), conocida como Rose que juega en el Atlético Trujillo de la Liga peruana y que cría sola a sus hijos, sale adelante en todo lo que pueda y cada día quiere ser también mejor futbolista.
¿Y por casa cómo estamos?
-Está creciendo, y aunque falta mucho todavía, muchas chicas cada domingo salen a la cancha con sus equipos y juegan, emocionan y ganan o pierden también.
-¿Qué nos puedes contar de tus inicios en el fútbol?
-Desde que tengo uso de razón siempre me gustó la pelota, creo que nació conmigo. A mi abuelo le gustaba el fútbol y siempre me llevaba al parque. Después, en el colegio, he practicado atletismo, tenis, vóley y atletismo porque mis padres me inclinaban por esos deportes, porque en esa época no jugaban las chicas, pero lo mío era el fútbol.
- ¿Y en qué barrio nació esa talentosa jugadora?
- Yo nací en Trujillo, pero viví gran parte de mi infancia en La Esperanza y cuando cumplí 7 años, nos mudamos a San Isidro. Para que me den permiso para ir al parque tenía que arreglar las cosas en casa. Pero un día pasó algo curioso. Me echaron llave para no salir y me tiré del segundo piso y caí en el jardín de mi abuelito. Me dolió, pero lo más importante era jugar al fútbol.
-¿Y cómo te iba en el colegio, con los estudios?
-Siempre me he defendido, me encantan las matemáticas y en los concursos me iba muy bien. Eso sí, odio las letras. Era traviesa y terminé en un colegio de la Policía.
-¿Y cuándo empezaste a jugar digamos en serio?
-En primero y segundo año de secundaria en los interescolares, yo jugaba en la selección de chicos, era la única mujer y todos reclamaban. De verdad jugaba mejor que algunos hombres. Siempre jugaba de delantera, pero ahora de “vieja” (tiene 29 años) hago de back central en Atlético Trujillo.
-¿En tu casa te regalaban pelotas?
-No. Sentía bronca que mis primos tengan las mejores pelotas y yo nada. A mí me daban Barbies y no era para mí. ¿No? A mis primos les quitaba sus pelotas y me iba a jugar... De tanto patear hasta las rompía.
-¿Y ahora cómo llevas tu papel de mamá y tu faceta de futbolista?
-Es mi primer año en Liga Femenina y es complicado, pero ahí estamos. Es tedioso entrenar, nosotros entrenamos de 6:00 a 8:00 de la mañana, y en la tarde trabajo. Yo estaba pesando 90 kilos y ahora estoy en 81. Para mí es un lujo ser futbolista, porque todo sale de mi bolsillo.
-¿Tu hija y tu hijo van a verte a la cancha?
-Ahora nosotros no podemos recibir público todavía, pero en las casas que están cerca del estadio alquilamos los techos. A mí me gusta que vayan a verme. Hace poco mi hija lloraba de emoción y mi hijo me llevó flores. Me encantan que estén conmigo. Mis hijos, Valentina (10 años) Lucas (5) me acompañan a hacer dieta también.
-¿Tus hijos siguen tus huellas?
-No, son aficionados al basquetbol. Yo a sus edades añoraba que mis papás me regalen una pelota o lo pongan en el árbol de Navidad.
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Mamá sabe todo
-¿Se puede decir ya que se está superando ese tabú de que el fútbol no es para mujeres?
-A las niñas le digo hoy en día que si yo hubiese tenido facilidades para practicar fútbol, ahora dónde estaría... Les digo que aprovechen, porque el fútbol está dando un giro de 180 grados y vamos para más. Lima tiene más apoyo que provincia, se pagan a las jugadoras y tienen sus entrenamientos diferentes.
-¿Para ti no ha sido nada fácil?
-Yo he tenido problemas increíbles, porque era la única chica de la zona que jugaba fútbol. Es más, las mamás de mis amigas no les permitían juntarse con nosotros.
-¿Tanto así?
-Una persona incluso me pegó. No ha sido nada fácil, pero mi madre, Carmen Monzón (era decana del Colegio de Enfermeros), nos enseñó a ser personas con carácter y dignidad, a no bajar la cabeza si no estás haciendo nada malo.
Madre coraje
-¿Y cómo vas con el trabajo?
-Cuando tuve mi primera hija, mi mamá me dijo: “Lo siento, dejas todo y te dedicas a la bebé”. Entonces empecé a cocinar mirando videos de YouTube o le decía a mi abuelita, enséñame cómo los haces, y empecé un negocio de comida.
-¿Cuál fue tu primer negocio?
-Hacía parrilla, anticuchos, caldo de gallina, cabrito, pato, pero con la pandemia todo se paralizó y dije, ¿qué hago?
-¿Y qué hiciste?
-Yo soy una persona activa, no me gusta estar cruzada de manos. Salió el boom de las alitas y empecé a hacer delivery. Tengo algunas personas que me ayudan a freír, pero el secreto de la casa es mío.
-¿Y tu esposo qué dice?
-Soy soltera, estoy separada.
-Se acerca el Día de la Madre, ¿qué regalo esperas?
-Mis mejores regalos son mis hijos
Periodista de Universidad Inca Garcilaso de la Vega. Vivo con el deporte y me gusta la música.