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Úrsula Barboza Villegas de Thaniyay: “No estamos condenados a la infelicidad”

Gabriel tenía cuatro años y estaba jugando con su hermano mayor cuando cayó por la ventana desde el tercer piso. Úrsula Barboza buscó ayuda, no sabía cómo afrontar el terrible dolor que le causaba la muerte del segundo de sus tres hijos. Aquí no tuvo adónde acudir. Convencida de que debía haber más personas en su misma condición, creó Thaniyay. Desde entonces brinda soporte a padres y madres de hijos fallecidos.

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Por una experiencia personal creó thaniyay, brinda soporte a padres y madres de hijos fallecidos.

Antonio OrjedaFotografías: Ximena BarretoGabriel tenía cuatro años y estaba jugando con su hermano mayor cuando cayó por la ventana desde el tercer piso. Úrsula Barboza buscó ayuda, no sabía cómo afrontar el terrible dolor que le causaba la muerte del segundo de sus tres hijos. Aquí no tuvo adónde acudir. Convencida de que debía haber más personas en su misma condición, creó Thaniyay. Desde entonces brinda soporte a padres y madres de hijos fallecidos.–Fue el golpe más fuerte de su vida...—Sí. Ahora, cualquier cosa que me pase, es nada.–Si fue tan fuerte y la tendencia natural es a evitar, a huir del dolor, ¿por qué crear un espacio como Thaniyay, que la vincula más bien con el dolor?—Es que nosotros no nos reunimos para sufrir, sino para encontrarle un sentido a la partida de nuestros hijos, un nuevo sentido a nuestras vidas; y para trascender del dolor. ¡Para salir adelante! Para volver a vivir con alegría, porque no estamos condenados a sufrir toda nuestra vida. No sería justo… Muchos podrán pensar que nos reunimos para llorar y sufrir. No. De hecho, hay lágrimas; de hecho, hay dolor, pero también hay esperanza, hay luz, hay consuelo.–El 29 de diciembre de 2010 falleció Gabriel. Usted buscó ayuda y no la encontró...—Busqué en internet si había ayuda para padres en duelo, o algo así; y acá no encontré nada. Luego supe de una asociación estadounidense: The Compassionate Friends. Entré, vi lo que hacían, cómo ayudaban, y les escribí. Les conté por lo que había pasado, que necesitaba ayuda, y les pregunté si conocían algún grupo por acá.–La contactaron con Renacer...—Sí, que está en Argentina. Me comuniqué con ellos por correo y me ayudaron un montón.–¿Qué necesitaba?—Que me digan que sí iba a poder seguir viviendo, que ese dolor que sentía y que no me dejaba respirar, iba a pasar.–¿Cómo hacía para vivir? Tenía a dos hijos que atender: Cristóbal, unos años mayor que Gabriel; y Leia, que no tenía ni un año...—Tenía 26 días de nacida… ¿Cómo hacía? Ellos fueron mi fuerza. Si yo no hubiese tenido a Cristóbal y a Leia, no sé qué habría hecho.–Se propuso traer Renacer al Perú...—Sí, porque pensé en todos los papás que aquí podían estar buscando algo como eso. Y también estaba el hecho de ayudarme a mí misma.–Ayudarse ayudando...—¡Claro! Porque todo ese proceso –de creación, de pensar–, tener una meta, hizo que deje el dolor a un lado. Toda mi atención se centró en crear Thaniyay.

AYUDAMOS CON EXPERIENCIA–Al final, se frustró la posibilidad de abrir una filial de Renacer y decidió crear algo nuevo, propio. ¿Estaba preparada para eso?—Este año me gradúo como consejera en Logoterapia (escuela de psicoterapia que procura ayudar al individuo a encontrar el sentido de su vida). Cuando le propuse mi proyecto a Milagros Paredes –mi socia, quien perdió a su hijo hace cuatro años–, nunca pensamos en Thaniyay como una escuela. Nosotros somos papás que, a través de nuestra propia experiencia, ayudamos.–Guiándose por su instinto...—Si bien desarrollamos nuestra metodología con la ayuda de dos psicólogas, nuestra preocupación está puesta en temas como, por ejemplo: ¿Qué quisieras que te dijeran? ¿De qué quieres hablar? ¿Qué no quieres escuchar? ¿Qué no hubieras querido que te digan? ¿Qué crees que te ayudaría?… Todo, en base a nuestra experiencia.–No acogen a solo mujeres...—Papás y mamás.–La sociedad le enseña al hombre a no llorar. En Thaniyay ellos se deben sentir libres...—Claro. Muchos papás nos han dicho: “Este es el único espacio donde puedo llorar sin sentirme culpable, sin preocuparme porque me vean, sin tener que demostrar a nadie que soy el fuerte”. Claro, porque el mundo no se detiene, las cuentas siguen llegando, y ellos tienen que hacerse los fuertes. Una vez aquí, lloran, se quiebran.CON LAS PUERTAS ABIERTAS–Thaniyay ha terminado convirtiéndose en un espacio que acoge a quienes no tienen los recursos para pagarse un psiquiatra...—Acoge a todos: a empleadas del hogar, taxistas, albañiles, lo mismo que a ejecutivas, profesionales, amas de casa. Thaniyay no discrimina ni creencias –porque aceptamos a personas de todas las religiones– ni condición social, edad o causa de la muerte del hijo o cuánto tiempo haya pasado. Tengo a mamás que perdieron a su hijo hace 25 años. No le cerramos la puerta a nadie.–Ser parte de un grupo que entiende el dolor por el que estás pasando, debe ser muy especial...—Claro, porque te das cuenta de que no estás loco (ríe)… Porque hay momentos en los que sientes rabia, odio, envidia; quizás hacia tu vecina porque no ha perdido a su hijo. Te da rabia, ¡quisieras que hubiera sido ese niño y no el tuyo! Y te sientes mal por pensar así, te sientes culpable… Son tantos sentimientos, que dices: “Dios mío, ¡me estoy volviendo loca!”. Y cuando vas a Thaniyay, es alucinante porque escuchas a otras personas y dices: “Yo también siento eso… No estoy loca”. Es un alivio.GABRIEL ME DIO AMOR–La escucho, me está hablando de un gran dolor, pero lo dice con una paz… Pensé que iba a encontrar a una mamá resignada, dolida para la eternidad...—Por perder a un hijo no estamos condenados a la infelicidad. No sería justo. De hecho, siempre les digo a los papás –porque ellos llegan destrozados, como yo lo estuve–: “¿Qué te dio tu hijo en vida?”. ¿Por qué les digo eso? A mí, Gabriel me dio amor, me dio felicidad, me dio recuerdos maravillosos; y no es justo que por su partida, todo ese amor, todos esos recuerdos, se transformen en dolor, pena, lágrimas. Él no tiene por qué sentirse culpable de haberse ido, no tiene por qué creer: “Porque yo me fui, mi mamá está así”. No es justo.

LLEGAR A MÁS PAPÁS

—Usted trabaja para que los padres dejen de preguntarse: “¿Por qué ocurrió?”; y piensen, más bien: “¿Para qué?”.—El porqué nunca lo van a encontrar. ¿Por qué se cayó Gabriel? Jamás me voy a responder esa pregunta. Pero, para el para qué, sí hay respuesta.—Están creciendo, ya hay grupos de padres en Trujillo y Arequipa...—Thaniyay es gratuito. Nos reunimos en las parroquias Carmelitas y Sagrado Corazón porque no podemos pagar el alquiler de un local. Los viajes a Trujillo y a Arequipa los hemos pagado gracias al aporte de los miembros de la directiva de Thaniyay y familiares. Queremos seguir creciendo para llegar a más papás, y para eso necesitamos pedir donaciones.—Es lo justo...—Si no, ¿cómo hacemos?

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