Por: Lucho Camino
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¿La Chola Chabuca debe ser eliminada de la televisión? Cada cierto tiempo la polémica sobre personajes de nuestra televisión se desata peor que tormenta caribeña. Y en ocasiones así, hay que tener cuidado meter la cuchara, pero habría que analizar bien.
“Luchito, el tema no es el envase sino el contenido”, me dice el tío Guaracha, que debe tener todos los años del mundo.
“A la Chola Chabuca la atacan porque la persona que la encarna es un gay reconocido que confesó públicamente ser portador de VIH. Y ahora que está la campaña por el matri gay por todos lados, hay quienes se le prenden”, refiere con seguridad.
No deja de tener razón. Recuerdo la polémica sobre la Paisana Jacinta. Muchos organismos han protestado por su presencia en la televisión porque consideran que denigra a la mujer andina.
Congresistas de departamentos de la sierra y opinólogos de todas las tendencias han señalado que la presenta sucia, desmuelada ingenua como si hubiese sido traída a la gran ciudad desde un pueblo no contactado, así resuelva bien las situaciones con su chispa, carisma y buen corazón.
Si lo notan, todos se refieren al modo de presentar a una paisana por el cómico JB, pero nadie criticó que sea precisamente un hombre el que le da vida en escena. ¿O sí? Para variar, es sabido por todos que JB no es gay. ¿Tiene algo que ver?
Tulio Loza, quien se ha sumado a la ola de críticas hacia la Chola Chabuca, olvida que él también tenía un personaje femenino, la recordada Doña Lucha.
Era una vieja acriollada, con pinta de regresar de misa y con el chisme a flor de labios, que cansaba a todos cuando se ponía a contar la historia de un turrón, empezando con la frase: “Resulta que en el mes de octubre”.
“Nadie criticó, porque Tulio no es gay, es más, tenía fama de mujeriego”, me dice el tío Guaracha. ¿Será cierto?
El incomparable Guillermo Rossini tenía un sketch en Risas y Salsa donde hacía de una chola que vendía de todo. Se llamaba Eduviges y la teleplatea estallaba en carcajadas cuando Petipán (su esposo) la golpeaba de castigo y “ella” exclamaba: “Ay qué rico”.
En esos años, se era menos crítico con la televisión y nadie hablaba de estereotipos negativos como el de “más me pegas, más te quiero”, que hoy no estaría permitido por fomentar la violencia familiar. Un detalle, Rossini tampoco es gay.
¿Las críticas a la Chola Chabuca esconden la verdadera intención de desmerecer a quien la encarna? Cuidémonos de eso.
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