La moral inca era una jerarquía de valores basada en la verdad, honradez y el trabajo. Sus preceptos eran: ama k’ella (no ser ocioso), ama sua (no ser ladrón) y ama llulla (no ser mentiroso). A los delincuentes se les castigaba con 500 azotes en la primera falta y en la segunda eran apedreados y muertos. Existía una cárcel perpetua, zancay. Una bóveda bajo tierra con animales que se comían vivos a quienes cometían grandes delitos.
Por otro lado, la religión en el Tahuantinsuyo era compleja, su cosmovisión se dividía en 3 mundos: el hanan pacha (tierra de arriba), kay pacha (tierra de aquí) y urin pacha (tierra de abajo). Los dioses incaicos exigían ofrendas. Los dioses se comunicaban con los seres humanos a través de los oráculos. Según las crónicas, los más prestigiosos fueron los de Pachacámac, Apurímac, Chinchaycamac, Mullipampa y Catequil.
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La divinidad más importante era el inti, dador de salud, paz y vida. Representado como un niño confeccionado de oro fino. Su culto estaba a cargo del huíllac umu, generalmente uno de los hermanos del inca. Por otro lado, estaba la Pachamama, una divinidad considera del inframundo, se la representaba como una niña que vivía en el interior de la tierra y las montañas. Uno de sus ritos era el aya marcay quilla o culto a los muertos, cada segundo día de noviembre. Las momias de los incas, llamadas malqui, eran sacadas en procesión en el Cusco.
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También llamado el dios de los báculos o de las varas, era considerado el dios creador. En el Tahuantinsuyo, su culto fue muy restringido, pues aparte del templo de Quisuar Cancha eran pocos los santuarios dedicados en su honor y todos estaban localizados en la zona del Cusco. Según los cronistas existía rivalidad entre el culto a Viracocha y el culto al Inti.
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